Prólogo
Ya era hora de cenar, no tenía ni
idea de cómo se me había pasado el día, solo conseguía recordar un mar de
papeles, que poco a poco, me había ido tapando con el transcurso de las horas.
Para poder sobrevivir a ello, había tenido que empezar a nadar entre los mismos
e ir resolviendo cada uno de los temas. Llenando formularios, respondiendo
consultas, archivando lo viejo, llenando informes. Si alguien me preguntara si
hoy fue un día soleado, lluvioso o nublado, ¿cuál fue la noticia del día? o
cualquier otra cosa, no sabría que responderle. Me he pasado, todo el día
encerrado en la oficina, ¨nadando´´ entre papeles. Como he sido tan buena
chica, y he cumplido con mí tarea, hasta el punto, de dejar mí escritorio,
completamente despejado, como a mí me gusta, he pensado que me merezco un
pequeño premio, para felicitarme, por una tarea bien realizada, por lo cual he
decidido ir a cenar a mí restaurante favorito. Además, no tengo ganas de ir a
casa y ponerme a cocinar. Turín es un lugar pequeño, tranquilo, con una comida
deliciosa. Salvo aquellos que lo conocemos y que sabemos que en Turín podemos
encontrar una buena comida, un ambiente relajado y tranquilo, una atención
excelente, como en un lugar de primera, pero como si, al mismo tiempo,
estuviéramos en nuestra propia casa, no imaginarían que esté lugar está ahí, a
la vista de todos. Quienes no lo conocen, seguramente, ni le dedicarían una
segunda mirada, pensando que es un lugar de lo más común, hasta vulgar. Así que
los dueños han conseguido aquello que se propusieron cuando abrieron las
puertas de Turín. Que sea un lugar sencillo, con excelente comida y una
clientela fiel, a través de los años. Como ellos suelen decir, con los años,
hemos alcanzado el éxito que siempre buscamos, cuando abrimos las puertas de nuestro
restaurante. Es un lugar, en el que me siento como en casa, al que voy cada vez
que puedo, desde hace ya muchos años, tiempo que ha conseguido que me vuelva
amiga, tanto de sus dueños, como de sus empleados.
Cuando llegué a Turín fui recibida
por Ana, una de sus dueños, con su sonrisa tranquila, que transmite paz, y uno
de esos abrazos cariñosos, que tocan el corazón, y que solo están reservados
para los amigos.
-Hola Elle ¿cómo estás? hace tiempo
que no te veíamos, se te extrañaba.
-Estoy bien, por ahora la vida va
como la seda. Sí, hace tiempo que no venía, estábamos con un par de casos que
teníamos que resolver. La verdad, casi no nos dejaban tiempo más que para
dormir.
-Prefiero no pensar en que
estuvieron comiendo, al menos me consuela saber que la tienen a Cristina, para
cuidarlas. Seguro que ella se ha encargado de hacer que coman algo más que
comida rápida, yogurt y café-. Me reí
-Sí, no deja de ser una molestia-.
le guiñé un ojo mientras decía aquello-. Ambas sabemos que Cris es como una
mamá gallina, o la amas o salís corriendo, nosotras la amamos. A parte somos
conscientes, aunque a veces nos dé ganas de matarla, que sin sus cuidados,
dedicación y atenciones estaríamos perdidas.
-Antes de que Luis te acompañe a tu
mesa de siempre, creo que me puedo permitir una curiosidad más-. Si yo, hubiera
tenido una sola duda de por dónde iba esa curiosidad, me hubiera bastado ver su
expresión traviesa para despejarla. No a mucha gente le permito curiosear sobre
mí vida privada, pero Ana es una de ellas, igualmente entrecerré los ojos y la
mire fijo -se río- Esa mirada puede asustar a muchos pero a mí no, así que
contame cómo está ese corazón, ha aparecido algún hombre que al menos haya
conseguido que le dediques una segunda mirada, o algún pensamiento extra.
-Mi corazón sigue muy tranquilo y
por más que mí mirada este siempre atenta, no ha visto a ningún hombre que le
llamara la atención como para dedicarle una mirada y menos una segunda mirada.
En cuanto a mis pensamientos están centrados en el trabajo.
-Madre mía, como puede ser que haya
tan pocos hombres interesantes sueltos por ahí-. Ana se volvió a reír.
Después de la pequeña charla con
Ana, Luis, me acompañó a la mesa que suelo ocupar siempre que vengo a Turín. La
elegí, desde que vine a comer por primera vez, porque está ubicada en una
esquina desde la que tiene una hermosa vista de la calle. Además, tiene una
excelente visión del interior del local, algo que para alguien que es una
observadora nata, como soy yo, la hace sentir que está mirando una película, o
varias al mismo tiempo, las cuales puedo entrelazar o completar, según mis
propias observaciones e imaginación, según me lo dicte la inspiración.
-Buenas noches, señorita Elle, ¿Cómo
está? Le dejo el menú para que pueda elegir que desea de cenar -dijo Luis.
-Gracias Luis. Estoy bien. ¿Cómo está María? ¿Cómo están los chicos?
-Muy bien por suerte. Gracias por
acordarse-. Le sonreí.
-Me alegro mucho. Voy a pedir una botella de
agua mineral, porque tengo que manejar. Mientras me la traes, veo que elijo
para cenar.
-Por supuesto-. Cuando Juan se
retiró, abrí la carta y elegí aquello que ya sabía que elegiría, desde antes de
abrirla. De entrada, una ensalada de lechugas, tomates cherry, zanahoria,
manzana, palta y daditos de queso. Después pasta con salsa cuatro quesos y de
postre helado con salsa de chocolate-. Cuando le transmití el pedido, Juan, me
sonrió antes de retirarse. Él también sabía, lo que yo iba a elegir, antes de
que abriera la carta. Mientras comía la
ensalada me dediqué a observar. En la calle la gente iba y venía, algunos con
su eterno apuro. Ni siquiera se toman el tiempo para poder respirar
profundamente, para mirar al que tienen al lado, al que tienen enfrente. Parece
que un radar interno les avisara cuando deben modificar su camino para no
chocar de frente con otro ser viviente, aunque, hay veces, que les falla. A
veces me pregunto que impulsa a esas personas a ir por la vida corriendo como
si llegaran siempre tarde a algún lugar importante y si sabrán a ¿dónde van?, a
¿dónde es que tienen que llegar? También llamó mí atención una pareja que
estaba cenando en una mesa casi al lado de la mía. Era evidente que se
conocían. Parecía una cita, al menos del lado de ella, pero en cambio si uno
miraba la actitud, los gestos, la postura de él, aquella era una cena de
negocios. Me llamó la atención, pero no quise ser indiscreta mirando demasiado
la escena, una cosa es ser una observadora y otra muy distinta es ser una
entrometida. Igual me pregunté que llevaría a una mujer a tener una cita con
alguien que durante una cena mantenía esa actitud, a menos que fuera una cena
de negocios y que ella quisiera llevarla a otro nivel. Como no iba encontrar
una respuesta a mis preguntas me dediqué a observar el constante movimiento de
la calle y el movimiento más tranquilo y relajado del restaurante, hasta que
mis observaciones fueron interrumpidas por los movimientos bruscos, enojados y
el tono elevado de voz de la mujer a la que había estado observando a penas un
rato antes. Ella le estaba tirando, literalmente, la caja de un anillo por la
cara a su compañero de cena, mientras le decía que estaba loco si creía que
ella se iba a casar con un tipo que tenía agua congelada en las venas en vez de
sangre, que para ella el matrimonio era un proyecto de vida y no un trato de
negocios. Curiosidad resuelta, aquello era una cita, aunque él, no supiera la
diferencia, entre una cena social, romántica, y una de negocios. Y parecía, que
aún menos, sabía cómo hacer una propuesta de matrimonio. Decidí terminarme el
postre, tomarme el café que había pedido, pagar la cuenta y partir rumbo a mí
hogar, para descansar. Pero parecía, que a algún duendecillo travieso, le
habían dado ganas de jugar, y antes de que pudiera hacer lo que me proponía
tuve que vérmelas con el señor negocios.
Al parecer, algo de mí expresión, hizo que este señor, pensara que yo
disfrutaba con el espectáculo que estaban dando, o quizás era, simplemente, que
tenía que encontrar a alguien con quien descargar su frustración, y justo yo,
estaba a mano.
-Usted, ¿qué mira? Ah, ya, seguro
que es una de esas solteronas amargadas, que no tiene un hombre que la aguante,
ni siquiera durante la cena, y que disfruta, cuando ve que a los demás les va
mal. Pues, no se equivoque, querida, soy un hombre de mucho éxito, y mucho más
con las mujeres, solo creí, que había encontrado la mujer apropiada para mi
estatus, pero parece que me salvé de una loca-. Mientras decía su discurso
parado junto a mí mesa, yo me dediqué a terminar el postre con absoluta calma.
También me di cuenta que Ana llamaba a Oscar, su esposo, que salió de la cocina
y se puso al lado de ella, listo para actuar, por si hacía falta. Por su parte, Juan, se acercó a mí mesa y se
colocó cerca de mí. El resto de los comensales, habían dejado de comer y de
charlar y estaban atentos a lo que sucedía. Yo estaba tranquila, como un mar en
calma y congelado. Hice una pequeña seña, para evitar que Ana, Óscar o Luis,
intervinieran, sabía que ellos entenderían el gesto. Sonreí fríamente, le pedí
a Luis que me trajera la cuenta, aceptó con un gesto de cabeza, pero, antes de
retirarse, clavó la mirada fijamente en el “señor” al que su idiotez había
llevado a montar la ridícula escena. Me tomé unos segundos más y decidí que ya
era hora de contestarle al idiota.
-La verdad, es que miró lo que me
llama la atención, dado que estamos en un sitio público, por sí no lo notó. Y
aunque hubiera querido privarme de semejante escena, me hubiera sido imposible,
por la cercanía de las mesas, y el elevado tono de voz de su pareja, cuando le
estaba dejando claro los motivos para rechazar su propuesta matrimonial, y lo
que pensaba de usted. Si no me equivoco lo hemos escuchado todos los presentes.
En cuanto a lo que vi, fue a una mujer dejarle bien claro, a un engreído, que
se cree la octava maravilla del mundo, que en el matrimonio busca algo más que
un trato de negocios o ser una muñeca, con las características adecuadas, para
ser llevada colgada del brazo. Según sus palabras, usted, tiene hielo en sus
venas, en lugar de sangre. Yo agregaría, que es un perfecto imbécil. En cuanto
al resto de sus palabras, simplemente soy una mujer que disfruta de la buena
comida, a la que le importan tres pimientos, lo que los demás, opinen de ella,
y que se siente muy cómoda, con ella misma, y disfruta de sus momentos de
soledad, sin problema. Además, soy una mujer exitosa, que no necesita tener a
su lado a un hombre “adecuado” a su estatus. Ahora, aclaradas sus dudas, si me
lo permite, quisiera poder abonar la adición. Sin siquiera dirigirle una mirada
más, le hice una seña a Luis para que se acercara con la factura. Al hacerlo le
indicó, con una sola mirada, al tipo, que había llegado el momento de retirarse
a su mesa. Le entregué la tarjeta a Luis, firmé la cuenta y esperé a que me
devolviera la tarjeta, para poder despedirme. Si bien, había sido una noche
interesante, me alegré de haber llegado a casa.
Vivo en un caserón alejado de la ciudad y
rodeado de naturaleza. La casa está rodeada de un hermoso jardín y parque, que
me da placer y paz, y a los cuales dan todas las ventanas, balcones y terrazas
de la casa. Más allá del parque por la parte de atrás de la casa y
extendiéndose hacia los laterales empieza un hermoso bosque que se extiende
varias hectáreas. Recorrerlo es llenarse de paz y naturaleza. Del sonido de los
pájaros y pequeños animales que viven en él, del olor a los árboles y a la
tierra. De tener los ojos llenos de colores, de verdes, marrones y de los miles
de tonos de las flores silvestres que crecen allí. Todo se completa con un
hermoso estanque, de agua clara, a unos metros de la casa. Después, de tomarme
unos minutos, para llenarme de paz y poder disfrutar de la hermosa noche que me
rodeaba, marqué el código de seguridad y entre en casa. Me encontré en un
espacio abierto, fresco, que incorporaba la noche y el jardín a través de los
amplios ventanales que formaban un semicírculo, frente a la puerta de la
entrada. Los pisos son blancos con vetas en gris claro. Al bajar dos escalones,
se abren todas las posibilidades. A la izquierda, hay unas puertas dobles, de
madera tallada, detrás de las cuales se encuentra una amplia biblioteca de dos
niveles, con hermosos ventanales y estanterías repletas de libros, hasta casi
alcanzar el altísimo techo, en forma de cúpula, construido con hermosos
vitraux, que representan imágenes fantásticas y mitológicas. El espacio está
dividido en dos niveles, tiene un balcón que bordea todo el segundo nivel.
Cuando uno se halla en él, ya sea simplemente mirando, o con la atención
atrapada en la infinidad de volúmenes que están guardados en los estantes, da
la sensación de estar flotando. Si se mira hacia arriba, se ve la bella cúpula
del techo y si se mira hacia abajo, uno se encuentra con el primer nivel de la
habitación, estanterías llenas de libros, casi de suelo a techo, cómodos
sillones y una hermosa chimenea de piedra. El balcón tiene una baranda de
hierro forjado de color negro. Se accede al mismo a través de una escalera
caracol, también de hierro forjado, completamente disimulada entre las
estanterías de libros de ambos niveles. El primer nivel, con sus suelos de
madera pulida y sus alfombras orientales, está amueblado con sillones cómodos,
que invitan a leer durante horas. También hay una chimenea, que da calor en el
invierno, y una excelente iluminación, conseguida a través de amplios
ventanales y lámparas, estratégicamente colocadas, que permiten, no solo la
lectura, sino también, apreciar todos los volúmenes que hay en la biblioteca.
Todo esto logra, que quien quiera disfrutar de una buena lectura, pueda al mismo
tiempo, disfrutar de las vistas del exterior. Cuando se abren las ventanas, por
las mismas, entran los olores, sonidos, y la paz del jardín, en ese espacio de
letras. Si se mira hacia arriba, se puede disfrutar con un mar de libros,
contenidos en las bibliotecas, mientras estos esperan volver a cobrar vida, al
ser abiertos para ser leídos. Para terminar, viendo un mundo de imágenes, de
colores y de fantasías, que forman parte del techo, que harían soñar despierto
a cualquiera. En cambio, si antes, de bajar esos dos escalones, uno mira hacia
la derecha, encontrará el comienzo de una escalera, que hace juego con el piso
blanco y gris humo del recibidor. Cuya baranda es de hierro forjado, pintada de
negro brillante, con un pasamanos de madera oscura lustrada. Pero si bajas los
escalones y miras hacia ese mismo lado, te encontrarás con lo que simplemente
parece un bello panel de madera oscura, con incrustaciones, de madera más
clara, que forman un hermoso dibujo de flores. Esta casa esconde varios
secretos, y uno de ellos, es que ese panel, que parece meramente decorativo es
en realidad una puerta que se abre deslizándose dentro de la pared, solo es
necesario presionar un pequeño botón que se encuentra disimulado sobre lo que
parece ser el marco que encuadra el panel, pero que en realidad es el marco de
la puerta escondida, detrás de la cual se encuentra una bella sala de estar,
amueblada con un gusto clásico, en colores claros, con cómodos sillones, mesas
de apoyo, con lámparas que no solo sirven de iluminación sino que además son
para ambientar y hacer lucir los bellos cuadros que adornan las paredes, los
jarrones llenos de flores frescas y los distintos adornos, distribuidos de
manera estratégica, y sutil. A las luces se les puede regular su intensidad, de
acuerdo a las necesidades o los gustos de los ocupantes. Una de las paredes de
la sala, es un hermoso panel vidriado que trae al interior de la misma el bello
jardín que rodea la casa, y que además da acceso a una amplia terraza a
balconada, desde la cual se accede directamente al mismo. Lo más sorprendente
de aquella habitación, en realidad de todas y cada una de las habitaciones de
la casa, es que en todas ellas y mezclados con antiguos adornos, jarrones con
flores y fotos hay representaciones de duendes, hadas, ángeles, lechuzas,
brujas, magos y otros seres mágicos. Aunque muchos pudieran pensar que
desentonan, que no deberían estar allí, estos quedan perfectamente integrados.
Yo entiendo su significado, son maravillosos guardianes, guías y evaluadores de
situaciones y personas. Al principio a mí también me llamaron la atención, pero
pasado un tiempo, alguien me hizo entender su valor y ahora los consideró mis
amigos. Sonreí al pensar en ellos y mentalmente les di las buenas noches. Yo
seguía parada en el recibidor, antes de comenzar a subir la escalera, que me
llevaría al primer piso, miré hacia la derecha, y vi el largo pasillo que
recorre todo el lateral de la casa y lleva a la parte posterior de la misma
donde se puede seguir de frente, o girar a la derecha, para encontrarse con uno
de los accesos, que tiene la espaciosa y
luminosa cocina, que está equipada, con los más modernos y sofisticados
electrodomésticos, además de poseer espaciosas mesadas y armarios, así como una
enorme isla, que hace las veces de superficie de apoyo y desayunador. También
hay, en un rincón, un bello sillón, debajo de unas ventanas que forman medio
hexágono, que se completa con una mesa y un par de sillas, para cuando uno
quiere desayunar más cómodo. Toda una pared de la cocina es vidriada y permite
la entrada del jardín a la misma. Así como también del huerto de hierbas
aromáticas, que se cultivan al pie de esta. En uno de los laterales hay una
puerta que da acceso a la despensa. Si volvemos al pasillo, nos encontramos,
con las puertas que dan acceso al comedor, al que también se accede desde la
sala de estar. También en el mismo se encuentran las puertas que dan al
escritorio y a dos de los baños. El pasillo termina en la entrada del gimnasio,
el cual, está equipado completamente como el de cualquier centro deportivo,
desde el cual se puede acceder a la pileta climatizada y al hidromasaje que
están rodeados de paredes de cristal, que lo hacen sentir a uno como si
estuviera en medio del jardín. Todo el pasillo también tiene una gran pared
vidriada que hace que uno sienta que camina por el jardín en vez de por un
pasillo. En esos momentos, aquella pared, permitía que la luna llena lo
iluminara. La otra pared era blanca y estaba adornada con fotos de paisajes.
Después de tomarme esos minutos para sentir mí casa, subí la escalera y me
dirigí a al dormitorio. El primer piso se divide en dos alas iguales en las
cuales hay cinco dormitorios en cada una de ellas con sus respectivos baños y
amplios vestidores. Los dormitorios de las esquinas son los más amplios y
tienen una mejor vista. Cuando recién vine a vivir a esta casa ocupaba el
dormitorio de la esquina izquierda pero ya hace un par de años que me cambié al
de la derecha. Me dirigí hacia él, disfrutando del silencio, del que ahora era
mí hogar. Al entrar al dormitorio me recibieron tonos lilas pastel y blancos,
un piso de madera clara, perfectamente cuidado, y brillante. Un bello tocador
antiguo, de color blanco, a juego con las dos mesas de noche, que se
encontraban al lado de una enorme cama de dosel que está equipada con un
colchón alto y cómodo. La ropa de cama también es de tonos pastel a juego con
el resto del dormitorio. Completan el mismo, dos puertas de madera, una a cada
lado del tocador, que dan a un espacioso vestidor con lugar para guardar una
buena cantidad de ropa, zapatos y accesorios, además de tener espejo de cuerpo
entero y un pequeño banco antiguo con asiento acolchado. El piso del mismo
estaba alfombrado. La otra puerta da al baño equipado con un lavabo de mesada
de granito blanco con rosa, arriba de del cual hay un espejo grande. El baño
también está equipado con múltiples espacios de guardado, una cabina de ducha,
la cual tiene varios chorros de agua, además de una bañadera gigante. Frente a
la cama hay una pequeña chimenea. La última pared es una ventana vidriada, que
da a un balcón terraza, desde el que se tiene acceso al jardín. También aquí
hay duendes, hadas y criaturas mágicas como decoración, las cuales siempre me
hacen sonreír. Esta habitación, como la mayoría de la casa, guarda un pequeño
secreto. En el vestidor, una de las estanterías tiene un mecanismo que hace que
se corra dando acceso a un pasillo que lleva hacia las torres que adornan el
techo de la casa, pero que al mismo tiempo cumplen otra función.
Ni bien entre en mi dormitorio me
quité los zapatos y mientras me desvestía me dirigí al baño para darme una
ducha que borrara el largo día que había tenido y la agenda mental que ya me
contaba que era lo que me esperaba al siguiente día. Una vez relajada, vestida
con mi cómoda bata de algodón, traspasé la puerta secreta del vestidor y subí a
las torres. Sabía que aún era temprano para dormir. Cuando terminé de subir
volví a enamorarme, como me pasa cada vez que estoy allí, de la belleza que se
ve por cada una de las ventanas que cubren las paredes. Es como estar volando
sobre el jardín y poder verlo todo y ser parte de ese todo sin que nadie sepa
que uno está allí. Los vidrios son especiales y desde afuera n
o pueden ser detectados. Las torres
solo parecen algo decorativo a los ojos de quien las miren desde afuera. Sin
embargo, son habitaciones amplias, cómodas, equipadas con lo mejor de la
tecnología, dos escritorios, sillones, pizarrones, archiveros y un práctico
sector de “cocina" con una heladera pequeña, siempre bien provista,
cafetera, pava eléctrica y un surtido de cafés y tés del que puedo elegir según
mi humor y necesidad de cada momento. Estas habitaciones eran mi verdadero
lugar de trabajo en la casa. Me decidí por un té de durazno y una vez que tuve la
taza en mi mano me senté detrás de la computadora. Lo primero que hice fue
volver a revisar si los sistemas de alarma y cámaras de seguridad estaban
conectados y funcionando sin problemas. Una vez terminada esta tarea, revisé el
resumen de las actividades de las cámaras durante el día y comprobé que había
sido un día normal. Terminadas estas tareas me distendí estirándome en el
sillón y me dispuse a admirar la vista mientras tomaba mi té. Dejé vagar mi
vista por la habitación y sus alrededores y les sonríe a mis amigos mágicos,
que allí también tenían su lugar de privilegio. Antes de centrar mi atención en
las tareas que aún tenía pendientes y organizar mi agenda del próximo día,
recordé a la mujer quien años antes me había dado un trabajo de secretaria, que
poco a poco me había vuelto su discípula, que se había vuelto mi amiga y
ayudado a sanar mi corazón hecho pedazos, hasta que pude reconstruirlo
completamente. Quien me había dado un lugar donde sanar, una profesión, su
amistad y finalmente sus más preciados tesoros, su casa y sus amigos mágicos a
quienes me enseñó a amar como lo hacía ella. Dora, fue familia y una segunda
madre para mí, en un momento, que la vida, me había dado un buen golpe,
provocando que me alejará de mi familia y del pueblo en el que había vivido
toda mi vida.
Capítulo 1
En
las oficinas de la agencia.
Saber
que Cristina, nuestra secretaria- asistente- madre adoptiva, tanto de mis
socias, como mía, seguramente ya habría llegado y tendría el café hecho, era
una manera maravillosa de comenzar el día. Estacioné el auto y por lo que vi
Cristina y yo éramos las primeras en llegar. Qué raro, que como cada día,
Martina y Julia llegaran más tarde. Nuestras oficinas estaban en lo que antes
había sido un edificio de almacenes antiguos, que era propiedad de Julia.
Cuando decidimos embarcarnos en este sueño, poner nuestra agencia de
detectives, y estábamos buscando un lugar, Julia nos mostró este edificio que
estaba vacío y en muy malas condiciones, pero que tenía un millar de
posibilidades. Trabajando juntas y contratando expertos cuando era necesario lo
reformamos y adecuamos a nuestras necesidades. Hoy quien viera el edificio
nunca podría imaginar cuál era su estado unos cuantos años antes. Ahora está
limpio, pintado en distintos tonos de verde, con blanco, con sus ventanas,
puertas y paredes sanas. Huele a limpio, en vez de a humedad. Es un edificio de
dos plantas. La primera de ellas está dividida en tres oficinas amplias, una
zona de recepción de concepto abierto donde está el área de trabajo de Cris con
un amplio escritorio, archivadores, teléfonos y computadora, y una sala de
espera sectorizada con una alfombra en tonos rojos y dorados, tres amplios
sillones y una mesa de café. Hay dos baños pequeños, uno en cada punta del
edificio y una cocina chica pero eficiente. También tenemos un garaje para
guardar los autos. Todo está adornado con plantas, cuadros y adornos simples.
En distintos lugares del edificio y de su exterior, muy bien disimuladas entre
los cuadros, adornos, plantas y bandejas de luz, están colocadas varias cámaras
de seguridad. Cada oficina cuenta con la suya.
-Buenos
días Cris.
-Buenos
días Elle.
-¿Alguna
novedad?- Le pregunte.
-Por
ahora, todo tranquilo. Ni Julia, ni Martina, llegaron aún, y el teléfono no ha
sonado. Para que llegue el próximo cliente, falta, aproximadamente una hora-.
Me informó Cris, y mientras me decía todo esto, ya había puesto una taza de
café en mi mano y ella sostenía la suya, ambas nos dirigíamos a mi oficina
donde nos sentaríamos a tomarlo y a esperar a nuestras socias. Como cada día,
por la mañana, las cuatro, nos reunimos en mi oficina, para conversar durante
un rato, las charlas de los lunes son las mejores, y después, agendas en mano,
nos ponemos al día, con los temas de trabajo. Cuando llegaron Julia y Martina
con su buen humor de recién me levanto, aunque haría, cerca de dos horas que lo
habrían hecho, y cada una tuvo su taza de café en la mano, dio comienzo la
reunión del día. Al comienzo de la misma les conté donde había cenado y lo que
había sucedido la noche anterior. Luego de reírnos un buen rato con los aportes
y ocurrencias de cada una, sincronizamos relojes, así llamábamos al momento de
organizar nuestras agendas. Julia tenía un trabajo informático que le llevaría
varias horas, debía rastrear quien había robado y saboteado proyectos de una
empresa que nos había contratado. Para eso debía revisar y rastrear en su
sistema informático. Ella es experta en eso ya que es programadora y experta en
seguridad informática. No hay sistema que se le resista. Martina debía armar y
pasar en limpio el informe que debía ser entregado a una aseguradora sobre un
accidente de tránsito y los implicados en el mismo. Y yo debía recibir a las
diez y media de la mañana, al señor Luciano Teodoro Fuentes, quien el día
anterior, había pedido una cita, sin explicar el motivo de la misma, aduciendo
que el mismo era muy complejo, para explicarlo, por teléfono, y que prefería
hacerlo en persona. La noche anterior, había estado investigando al señor
Fuentes, para reunir la mayor cantidad de datos posibles sobre él, para poder
comenzar la carpeta del cliente, tanto para él, como para nosotras, puse al
tanto de los datos que había conseguido a mis socias y amigas.
Luciano Teodoro Fuentes:
Edad: 38 años
Estudios: ingeniería, con especialización en alimentos
y chef.
Ocupación:
presidente de la empresa familiar. La misma tenía intereses en varios campos.
Los cuales principalmente estaban en el área gastronómica, pero desde que
Luciano T Fuentes, se hiciera cargo de la presidencia, esos intereses, se
habían ampliado hacia la industria química, con orientación en la alimentación
y la conservación de alimentos. También se habían expandido hacia el área
tecnológica y las telecomunicaciones, además del transporte de alimentos. Se
decía, que si bien, la empresa había comenzado con el bisabuelo de Luciano, y un
restaurante, al dejarla en manos del abuelo de Luciano, ya se habían extendido
a una pequeña cadena de restaurantes. Tanto el abuelo, como el padre de
Luciano, habían hecho crecer aún más la empresa. Su abuelo extendió la cantidad
de restaurantes a cincuenta, y se expandieron por todo el país. El padre de
Luciano, no solo siguió sumando restaurantes, sino que agregó, una cadena de
panaderías y pastelerías. Pero hasta la fecha, la mayor ampliación había venido
de la mano de Luciano, quien había abierto varios laboratorios para la
investigación alimenticia, una industria para la elaboración de esencias,
condimentos, colorantes y demás productos de gastronomía, además de la creación
de una empresa para el transporte por tierra, aire y mar, principalmente, de productos
alimenticios y una empresa dedicada a la
elaboración de chocolates artesanales finos, pero la expansión no había quedado
ahí, ya que, a lo anterior, se sumaba una empresa de tecnología, con la que se buscaba optimizar,
apoyar y acompañar a las demás empresas. También habían expandido sus
intereses, hacia los canales de televisión privada, radios, diarios, revistas
y, desde luego, internet, para publicitar todos los productos de la empresa y
poder hacer investigaciones de mercado.
Estado
civil: soltero, sin hijos. Si bien su vida privada estaba cerrada bajo cinco
llaves, en la prensa del corazón, no dejaban de filtrarse romances o noticias
de compromisos, futuros casamientos y rupturas limpias, sin escándalos. La
lista iba desde modelos, actrices, cantantes, mujeres de la alta sociedad,
empresarias, mujeres dedicadas a la cultura y hasta alguna desconocida. Se
rumoreaba que en la actualidad estaba saliendo con una pintora bastante
reconocida cuyas obras cotizaban muy bien. Ni él, ni su familia, ni sus
empresas y negocios nunca se habían visto envueltos en escándalos de ningún
tipo. Su familia consta de sus padres, ambos están vivos y se dedican a viajar
por el mundo. Tres hermanas menores que él, treinta y cinco, treinta y
veintiocho años. Las tres, trabajan en la empresa familiar, como abogada,
ingeniera química y contadora. Además, tiene un hermano de veintisiete años,
que aún esta perfeccionando sus estudios de gastronomía en Francia y Suiza,
desde donde llegan noticias de una vida amorosa agitada y cambiante. De los
cuatro hermanos, solo las dos hermanas mayores, están casadas. María Isabela,
abogada, casada con otro abogado. Él también trabaja en la empresa familiar. Se
conocieron en la universidad y llevan casados ocho años y tienen dos hijos, uno
de seis y otra de tres años. Eugenia Elvira, ingeniera química, lleva casada
seis años con un licenciado en telecomunicaciones, que también trabaja en la
empresa familiar. Tienen una hija de dos años. Se conocieron en una fiesta. Él
es cinco años mayor que ella. Querían esperar a que ella terminara su carrera
para tener hijos, pero su hija se adelantó, por unos meses, al plan. La tercer
hermana Ivana Soledad es contadora, sigue soltera, sin hijos, pero mantiene una
relación con un empresario textil que desarrolla y comercializa una conocida
línea de ropa deportiva. Él es el único que no está relacionado con la empresa
familiar. Aunque, Elle, lo había dilatado, lo más posible, ya que sabía cuáles
serían las reacciones, había llegado el momento, de mostrarles, a las demás, un
par de fotos, que había conseguido del posible cliente. Cuando Julia, Martina y
Cris vieron las fotos, sus reacciones no se hicieron desear, y fueron las
esperadas. Silbidos, simulacros de desmayo y ataques al corazón, suspiros y
más, mucho más. Nada inesperado, debía reconocer que, aunque las fotos no eran
muy buenas, en ellas se mostraba a un hombre alto, que tenía un cuerpo bien
formado, atlético, al que los elegantes trajes le quedaban a la perfección,
tanto como la ropa informal. Tenía pelo oscuro, aunque no se veía con claridad,
el color del mismo. Llevaba un corte no muy corto, sino al contrario, e iba
peinado con un estilo desestructurado, muy sexi. Tenía una cara angulosa, de
rasgos marcados, que si bien, no se podía decir que fuera linda, sí, lo volvía
muy atractivo. Sus ojos, tampoco, se veían con claridad, pero se intuían
oscuros y de mirada penetrante. Era la imagen de un hombre, que no pasaría
desapercibido en ningún lugar, y menos para una mujer, con un buen par de ojos.
Ya me estaba imaginando, que ni bien sonara el timbre, tres pares de ojos, sin
contar los míos, estarían clavados en él, aunque no descaradamente, pero los
mismos no se perderían detalles sobre él, ni sobre su visita. También estaba
convencida, de que parte de la entrevista, la cual, quedaría grabada por las
cámaras de seguridad, sería monitoreada en vivo y en directo, por esos mismos
tres pares de ojos. Esperé que pasara el tornado de risas, comentarios y bromas
dirigidas hacia mí. Las tres, suelen decir, que a mí, me toca entrevistar y
tomar el caso de todos los bombones, mientras que a ellas, les tocan las
sobras. Todas, sabemos que eso no es así, que salvo casos específicos, sobre
temas contables o informáticos, a todas, en mayor o menor medida, nos toca trabajar
con todos los clientes. Los cuales son variados, y van desde amables a locos,
pasando por los mal humorados, miedosos, simpáticos, lindos y feos, pero al
final, todos son iguales, personas que necesitan ayuda. Aunque la única que
tiene pareja, su esposo, desde hace muchos años, es Cris, tanto Martina, como
Julia, tienen sus ojos puestos en alguien, aunque, ellas, lo niegan
fervientemente. Mi caso es diferente, hace muchos años, cuando dejé atrás el
lugar donde nací y me crie, cerré mi corazón, para siempre. Sé que esto les
preocupa a mis amigas, que buscan hacer que eso cambie. De ahí, las infinitas
charlas y bromas, que suelen hacerme.
A
las 10:20 sonó el timbre de la puerta. Como había predicho, mis dos socias,
tenían tareas “importantísimas” que debían resolver en la recepción de las
oficinas. Desde luego, darían toda la idea, de estar muy ocupadas en lo que
estaban haciendo, y no, en prestar atención a lo que estaba pasando a su
alrededor, que era exactamente lo que harían. Cristina, atendió la puerta, y se
encargó de hacer pasar a nuestro cliente. Una vez que, Luciano Teodoro Fuentes,
entró en las oficinas, todo se desarrolló tal cual, Elle, lo había imaginado.
Cris lo saludó.- Buenos días señor Fuentes, soy Cristina, asistente
administrativa de la agencia, enseguida le informo a la detective Elle Carrío,
que usted ha llegado. Por favor, tome asiento-. Le señaló el espacio de la
recepción, destinado a sala de espera. Él, le sonrió, la saludó y le agradeció,
antes de sentarse en uno de los sillones, para luego poner toda su atención en
su teléfono móvil. Aparentemente, no había registrado la presencia de mis dos
socias, aunque yo, estaba segura de que sí lo había hecho. Cristina se dirigió
hacia mi despacho, llamó a la puerta y entró. Yo, seguía observando, en la
pantalla de mi computadora, lo que sucedía en recepción. Cuando Cris entro en
el despacho, se llevó una mano al corazón, y fingió que se le había parado. Yo
me reí en silencio, ya que dicen que las paredes oyen. Mientras Cris, me
informaba, de lo que yo ya sabía, volví a mirar la pantalla. Julia y Martina
seguían “muy ocupadas" en recepción, sobre todo en no perderse detalles de
Luciano Fuentes. Él, se mostraba tranquilo y distante, concentrado en lo que
estuviera haciendo o viendo en su teléfono. Como si para él, fuera algo normal,
encontrarse sentado en la recepción de una agencia de detectives. Yo estaba
segura, de que, el señor Fuentes, no se estaba perdiendo ningún detalle, de lo
que estaba sucediendo a su alrededor. Admiré su aplomo y deduje que era alguien
que estaba acostumbrado a observar, mientras era observado, y a esconder sus
reacciones y emociones. Eso podía ser una ventaja o una desventaja, ya se
vería, en el trascurso de los acontecimientos. Lo primero, era que había
llegado el momento, de la entrevista cara a cara y de descubrir el motivo, por
el cual él, necesitaba nuestros servicios. Así que le dije a Cristina que lo
hiciera pasar, mientras cerraba el programa de las cámaras en la computadora y
activaba el protector de pantalla de la misma. Cuando Luciano Fuentes, entró en
mi despacho, comprendí dos cosas: el motivo por el cual, Julia y Martina, no
dejaban de hacer gestos disimulados, o en código, sobre lo que pensaban de él.
Que era el mismo motivo, por el cual, Cris, había actuado como lo había hecho,
cuando había entrado para anunciarme su llegada. Lo segundo que comprendí fue
que, por más que las cámaras y las fotos tuvieran una excelente resolución, las
imágenes que obtenían, no le hacían justicia a Luciano Fuentes. Era alto,
calculé que debía medir cerca del metro ochenta y cinco. Tenía el pelo oscuro,
casi negro, que le llegaba hasta el cuello de la camisa, donde se le ondeaba un
poco. Además, se le veía despeinado y rebelde. Sus ojos, eran entre grises y
verdes. Se notaba que debía de haber estado expuesto al sol, por el tono que
mostraba su piel, y al mismo tiempo, quedaba claro, sin la menor sombra de
duda, que su cuerpo estaba en excelente forma física. Su cara, tenía una
expresión inescrutable, y si bien, sus rasgos, no entraban, dentro de lo que
muchos, considerarían como lindos, dado que los mismos eran fuertes y marcados,
como por ejemplo su mandíbula y los pómulos, tenía una cara muy atractiva, con
una boca que llamaba como un imán, y pedía ser besada. Me quedé sorprendida
ante mi propia reacción al verlo entrar en mi despacho. Tuve que serenar mis
pensamientos, mientras me ponía en pie para saludarlo, al hacerlo, me di
cuenta, de que yo, era objeto del mismo tipo de escrutinio.
-Buenos
días, señor Fuentes, encantada de conocerlo. Soy Elle Carrío. Tome asiento por
favor.
Al
ver el pequeño gesto de su ceja al decirle mi nombre, le sonreí y agregué-. Si
le dijera mi nombre completo, en vez de solo Elle, tendría que matarlo, ya que
es un secreto de familia, que nunca deberá ser revelado-. Pocas veces, aclaro
algo sobre mi nombre, en general, siempre pasó por alto, la curiosidad que
despierta el mismo, pero cuando escuché su risa, espontánea, vibrante y
enérgica, que me provocó cosquillas en la piel, me sentí muy complacida de
haberle dicho aquello.
-Señor
Fuentes-. Me interrumpió antes que pudiera continuar.
-Llámeme
Luciano, por favor, como la mayoría de los que me conocen.
-Muy
bien, Luciano, me gustaría conocer el motivo de su visita.
-Como
le dije a su asistente, cuando le solicité la entrevista, es algo muy serio,
que quería hablarlo personalmente. En primer lugar, quisiera decir dos cosas.
La primera, es que estoy casi seguro, de que usted habrá investigado quien soy,
antes de recibirme hoy-. Esa vez, me tocó interrumpirlo a mí.
-Sí,
así es. Es algo que hago en todos los casos.
-Muy
bien, eso era lo que yo suponía, y esperaba, por lo que me comentó, sobre
usted, quien me recomendó que viniera a verla dado mi problema-. Ahora fue mi
turno de dejar ver mi curiosidad y sorpresa-. La segunda cosa que quiero
decirle, es que fue el detective Ayala de la policía, quien me recomendó, que
sí quería llegar al fondo de lo que me había sucedido, la viera a usted. Si
bien la policía realizará una investigación, no tienen mucho material para
poder realizarla. Además, el mío, es un caso más entre muchos otros-. Elle
había estado conteniendo la respiración durante unos segundos, antes de que
Luciano, dijera el nombre del detective Ayala. Habría jurado, que en la oficina
contigua, donde estaban sus compañeras, siguiendo la entrevista por las
cámaras, había sucedido algo similar, y que habían suspirado al eliminar el
aire que habían estado conteniendo. Ya que si, Luciano, hubiera nombrado al
detective Quinteros, todas, habrían sabido, que pasarían una temporada muy
movida. Julia y Martín Quinteros, son como el fuego y el combustible, siempre
terminan haciendo explosión. Tanto los compañeros de él, como Cris, Martina y
yo tenemos que aguantar las consecuencias de los incendios que provocan, y a
ellos dos, cuando eso sucede. Pasado el susto inicial, volví a respirar
normalmente.
-Entiendo.
Hace un tiempo trabajamos con el detective Ayala y su compañero, seguro ahora
tendrá otro ya que el carácter del detective hace que sus compañeros huyan-. Me
reí al recordar a Ayala cuando se enoja-. A pesar de su famoso carácter en la
fuerza, trabajamos muy bien juntos y llegamos a respetarnos mutuamente. Ahora
bien, sí él le sugirió que me consultara no creo que estemos ante un tema sencillo,
y menos aún, si la policía tiene un caso abierto sobre el mismo. Me gustaría
que me contara de que se trata-. Mientras yo hablaba, en ningún momento, aparté
la mirada de la cara de Luciano, por lo que comprendí que era alguien que sabía
mantener el control de sus emociones, aunque por unos breve segundos, sus ojos
tuvieron una expresión de furia, cuando le dije que no estábamos ante un
problema sencillo. Pero solo alguien que estuviera muy atento, lo hubiera
notado, ya que solo fueron un par de segundos, a penas, antes de que la misma
desapareciera.
-Que
alguien intente matarlo a uno no es un tema fácil o sencillo -dijo, aquellas
palabras, sin inmutarse, como si simplemente hubiera dicho que hacía calor ese
día. Siempre mirándome fijamente, sopesando mi reacción ante lo que acababa de
decirme. Entendí que no solo me estaba evaluando, como yo a él, sino que además
estaba ante alguien con una personalidad fuerte y demasiado parecida a la mía,
en algunos aspectos, como para saber que sí tomaba su caso, no iba a resultar
sencillo, trabajar juntos. Porque, si de algo estaba segura, era de que no era
de los que se sientan a esperar que los demás hagan el trabajo, mientras él
espera pacientemente. Me pregunté por qué, Ayala, había pensado en mí, para
aquel desafío. Si algo sabía sobre él, era que no daba un paso, sin un buen
motivo.
-Continúe,
por favor.
-Hace
tres días empezaron mis vacaciones. Suelo tomarlas en cualquier momento del
año, nunca en la misma fecha, siempre es algo sorpresa. Casi nadie, sabe cuándo
lo haré, hasta el último momento. Eso no quiere decir que no las haya arreglado
y planeado con anticipación. Suelo hacerlo de esta manera, por gusto personal,
para tomarlos a todos desprevenidos, por sorpresa, y así evitarme sorpresas
desagradables cómo, por ejemplo, que justo, también, alguien se tome
vacaciones, en el mismo lugar, donde yo voy a ir. Por eso, tampoco, nadie sabe
a dónde me voy, datos de contacto o cuando regresaré. Cuando estoy fuera, llamo
cada dos o tres días, a mi familia, no siempre a la misma persona, por si
sucede algo y para que sepan que estoy bien. No toco el correo electrónico,
apago el teléfono móvil, no entró a mis redes sociales, me desconecto de todo.
Simplemente, le hago hacer una revisión a mi auto, algo que no es raro, ya que
es algo que realizo periódicamente. Me armo mi propio plan de vacaciones, lugar
al que ir, cuantos días, si voy a ir a un solo lugar, cantidad de días, lugar
donde me quedaré, nunca hago las reservas o alquilo usando mi nombre, siempre
las realizó a nombre de la empresa, como si fuera a ir algún ejecutivo en ese
viaje, por algún tema de trabajo.
-Comprendo,
es como que quiere desaparecer por un tiempo. ¿Qué paso este año que altero sus
planes?
-Déjame
contarte, primero, cuáles eran mis planes para este año-. Si esperaba alguna
reacción, por mi parte, porque me tuteara, no la obtuvo. Estoy más que
acostumbrada a que los clientes me tuteen, y a que con el avance del caso, o de
la primera entrevista, el vínculo se vuelva más personal. Los clientes deben
confiar en mí, como en una amiga, y contarme cosas, en general, muy personales,
y yo debo darles, o tratar de darles, una respuesta a sus problemas. Esas cosas
hacen que el vínculo se estreche, que se haga más personal, al menos, por un
tiempo.
-Adelante,
por favor.
-Hace
unos dos meses comencé a planear mis vacaciones. Primero empecé a pensar a
donde quería ir. Si a la playa y el mar, a la nieve, a la montaña, a la
naturaleza o a la ciudad. Cantidad de días que me tomaría, dónde me iba a
hospedar. En mi tiempo libre empecé a investigar en mi computadora distintos
lugares. Lo primero que decidí es que no quería hacer un viaje largo, ni andar
tomando aviones, ni tener que vérmelas con aeropuertos ni nada parecido. Así
que tenía que elegir un lugar al que pudiera llegar en auto. Lo segundo era que
quería playa, pero en un lugar tranquilo, algo que en esta época otoñal es
bastante fácil de conseguir, pero al mismo tiempo no quería estar muy cerca de
la ciudad, ni quedarme en hoteles. Así que con esas ideas en mi mente busqué y
encontré el lugar justo. Un lugar de playas tranquilas y conocido también por
sus orquídeas y flores. No está lejos de aquí, así que podía llegar en el auto.
Su centro es un pueblo de pocos habitantes y tiene casas para alquilar que dan a
la playa. Contacté con un agente inmobiliario e hice los arreglos para alquilar
una casa, que da a la playa, alejada un par de cuadras del pueblo, por un mes.
Desde luego alquilé la casa a nombre de la empresa, supuestamente, iba a ser
ocupada por uno de nuestros ejecutivos, nunca dije que quien la ocuparía sería
yo. Hice los trámites personalmente usando una mensajería para los temas de
papeles. Cuando estuvo todo arreglado, le pedí a mi secretaria que desde el
doce, de este mes, hasta el dieciocho del mes que viene, dejara mi agenda
despejada, que cancelara o pospusiera cualquier entrevista o actividad que yo
tuviera arreglada. Y que por favor, mantuviera en absoluta reserva, que me iba,
por poco más de un mes, de vacaciones. Y aunque, le tengo plena confianza, hace
muchos años que trabajamos juntos, mantuve mi costumbre de no decirle dónde me
iba. Mandé mi auto al taller, para que lo pusieran a punto. El día once trabajé
como cada día, cuando ya me iba a casa, me despedí del personal de la oficina
como lo hago cada día. No comente nada sobre que al día siguiente me iba de
vacaciones, ni siquiera con mi familia, no quería encargos de ningún tipo,
sugerencias, invitaciones, ni visitas sorpresas. Al otro día me levanté cinco y
media de la mañana. Una hora después, había cargado la valija en el auto y me
había puesto en camino. Tomé la ruta. Cuando estaba más o menos, a ochenta
kilómetros de llegar al peaje, el auto comenzó a írseme de las manos, hasta ese
momento, no había tenido ningún problema. Tuve un accidente, me salí del camino
y terminé chocando contra un árbol. Cuando me recuperé del impacto, llamé a
emergencias. Por suerte para mí, soy un excelente conductor, no iba a exceso de
velocidad, tenía el cinturón de seguridad puesto y se activó el airbag, todo
esto junto hizo que, salvo por algunos golpes y cortes, saliera ileso. Cuando
llegó la ambulancia me hicieron una revisión, me curaron los cortes, me
recetaron unos calmantes y reposo. También me hicieron las pruebas de rigor de
alcohol y drogas en sangre. La policía revisó la documentación del auto, tomó
fotos del accidente, me hizo mil preguntas, sobre lo que había pasado, y
terminó remolcando el auto, para realizarle una revisión. Una vez que todo
estuvo resuelto, me acercaron hasta la casa que tengo alquilada. Al día
siguiente, arreglé con una agencia, alquilar un auto, para así poder moverme
cuando fuera necesario. Fue ese día cuando el detective Ayala se comunicó
conmigo y vino a verme. Me dijo que las pericias ya estaban terminadas, que no
habían encontrado ni alcohol, ni drogas en mi sangre, algo que yo ya sabía.
También me dijo que yo estaba vivo de milagro, porque la manguera del líquido
de freno había sido cortada. Se veía que, alguien había tratado de simular que
la misma estaba desgastada y que por este motivo se había roto, pero que había
sido cortada y que también habían alterado otras partes del automóvil. Buscaron
huellas dactilares, o algo que pudiera llevarlos al saboteador, pero no
encontraron nada. Fue en ese momento cuando me recomendó que la viniera a ver a
usted. Me explicó, que ellos seguirían investigando mi caso, pero que no tenían
mucho con que trabajar. No solo porque yo no vivo en la zona, y todos aquellos,
que pudieran tener algo que ver con el sabotaje, están a kilómetros de donde se
produjo el accidente, sino que además, no encontraron rastros que los pudieran
llevar al saboteador. Agregó, que él, no tenía ni la menor duda sobre, que el
sabotaje, había sido planeado, con toda la intención, de matarme, y que su
instinto le decía, que quien lo hubiera planeado, lo volvería a intentar. Que
me gustara, o no, hay alguien que quiere verme muerto, y está lo bastante cerca
de mí, como para poder alterar mi coche, sin que nadie se dé cuenta-. A sus
palabras siguieron unos momentos de silencio, para que ambos pudieran terminar
de procesar la información, que Luciano, acababa de contarle.
-Ahora
comprendo por qué cuando llamaste para solicitar esta entrevista no quisiste
adelantar el motivo de la misma. Y aunque, estas aquí, las preguntas de rigor,
son: ¿qué piensas sobre lo sucedido?, y ¿qué quieres hacer al respecto?-
Después de meditarlo unos minutos, Luciano, respondió-.
-Si
te soy sincero, aun no sé qué pensar. Vi los informes, vi el coche y lo que le
habían hecho. Sufrí el accidente. Y aun así, me cuesta creer que alguien este
intentando matarme, me parece algo surrealista. Por otro lado, es mi vida, la
que está en juego, y no pienso arriesgarme, por eso estoy aquí. Quiero saber
que está pasando y quien está detrás de todo esto.
-Muy
bien. Antes de tomar tu caso voy a comentarte cómo trabajamos nosotras. Empezaré por reunirme con Ayala,
ver los informes y averiguar que tienen hasta el momento. De ahí en más, iremos
hacia atrás. Investigaremos a todos los que te rodean, tengan algún motivo o
crean tenerlo para ir contra vos. Y sobre todo averiguaremos si tuvieron la
oportunidad para poder realizar el sabotaje. Esto incluye a todos, empleados,
los mecánicos que trabajaron en el auto, amigos, familia, pareja, socios,
conocidos, ex empleados, todos. Trabajo con dos socias. Julia, que es
especialista en informática, ella se encargará de buscar filtraciones, hackeo,
virus en tus sistemas informáticos y de comunicación, por si tienen virus
espías. Sé que piensas que tienes el mejor sistema informático, el más seguro e
invulnerable, que sos muy cuidadoso con tus contraseñas y sitios a los que
ingresas, pero créeme, todos, creemos lo mismo, y cuando descubrimos que somos
totalmente vulnerables nos quedamos sorprendidos. Martina, es experta en finanzas
y contabilidad, ella meterá sus narices, dónde sea necesario, para averiguar si
alguien cercano a vos, ganó de repente, mucho dinero que no se justifica, o si
alguien lo perdió. Si vos, o tu empresa, sufrieron de robos hormigas, que no
notaran, por lo menos hasta el momento. En síntesis, si el motivo, detrás de
todo esto, es el económico. En mí caso, me dedicaré a meterme en tu vida, y de
ahí en adelante, en la de todos los que se relacionan contigo, meteré las
narices en todo y por todos lados, mientras lo revuelvo todo. También seguiré
en contacto con Ayala, para ir viendo si ellos descubren o intuyen algo más, e
investigaré cualquier pista que surja a partir del análisis del auto.
Resumiendo, te advierto, que en algún momento vos, o alguien cercano a vos,
puede sentir que su intimidad ha sido completamente invadida. Lo haremos con
cuidado, delicadamente, pero igualmente, en algún momento, va a suceder, y no
van a entender el motivo de esto, ya que nadie sabrá quiénes somos, ni por qué
lo estamos haciendo, al menos al comienzo. El motivo de esto es porque, quien
saboteara tu auto, cree que está a salvo, y esa seguridad, es la que puede
lograr, que haga un movimiento en falso, que lo deje al descubierto. Una cosa,
es un accidente automovilístico, como el que puede sufrir cualquiera de
nosotros, y otra, muy distinta, es que alguien busque que mueras en un
accidente. Si lo segundo se supiera, todos se pondrán en alerta, sobre aviso, y
pondrán en juego sus propios intereses, enturbiando las aguas y complicando la
investigación. Por último, quiero que entiendas algo, nosotras siempre
trabajamos con la policía, en casos como éste, igualmente, en este caso, ya
está involucrada, eso quiere decir que, cuando sepamos quien saboteo tu auto,
quien buscó matarte, toda la investigación quedará en manos de la policía, para
que hagan su trabajo, y detengan al culpable. Remarco esto, porque, hoy por
hoy, no sabes quién puede ser el responsable del sabotaje, pero cuando
lleguemos a la verdad, puedes llegar a descubrir, que esa persona, sea muy
cercana y querida para vos, como también todo lo contrario, pero sea como sea,
deberá enfrentar las consecuencias de sus actos-. Guardé silencio y dejé que
este diera peso a mis palabras. Quería que Luciano pensara en lo que le había
dicho tranquilamente. Sabía, que a veces, en un primer momento, uno quería
llegar a la verdad, pero no siempre estaba preparado para pagar el precio.
-Comprendo
lo que me estás diciendo, y agradezco, que lo hayas hecho, porque entiendo los
motivos, por los cuales lo estás haciendo. Solo puedo decirte que sé que ni mis
padres, ni mis hermanos, ni mis sobrinos, bueno ellos son muy chiquitos,
ninguno está involucrado en esto. Tampoco lo está mí secretaria, Matilde. Pero
aun creyendo esto, y por creerlo, estoy dispuesto a correr el riesgo y a cargar
con las consecuencias, si estás existieran. Como te dije antes, lo que está en
juego es mi vida, y la valoro mucho.
-
Perfecto entonces.