lunes, 15 de septiembre de 2025

Cuento ganador del Primer concurso de cuento Evanraven ediciones.

Las cartas que nunca envié

En el café de la esquina de la calle Libertad, donde el reloj de pared siempre marcaba las cinco y la 

radio sonaba con boleros de ayer, ella solía sentarse cada jueves, junto a la ventana. Su nombre era 

Clara, y escribía cartas que nunca enviaba.

Clara tenía 34 años, una sonrisa leve y unos ojos grises que parecían buscar algo en el horizonte, más 

allá del bullicio, más allá del café humeante. Llevaba un cuaderno de tapas azules, donde su pluma se 

deslizaba como si cada palabra le ayudara a respirar. Nadie sabía a quién iban dirigidas aquellas 

cartas. Tampoco parecía importarle a ella. Escribía con una devoción callada, como si en esas páginas 

habitara alguien más.

Una tarde de mayo, mientras escribía una carta particularmente larga, el camarero le llevó su 

capuchino con canela —ella siempre pedía lo mismo— y notó que Clara tenía los ojos húmedos. Se lo 

comentó a Javier, el dueño del café, quien respondió con su habitual tono grave:

—Desde que empezó a venir, escribe cartas de amor. Pero jamás la he visto entregarlas. Creo que 

escribe al pasado.

Fue ese mismo día cuando él entró por la puerta.

Él. Mateo.

Llevaba una mochila al hombro y una bufanda, pese al calor, como quien aún carga con el invierno de 

otro país. Tenía el aire distraído de los que caminan sin rumbo, pero algo en sus pasos se detuvo justo 

allí, como si su brújula interior hubiese dicho «es aquí». Pidió un café solo y buscó un rincón discreto. 

El único sitio libre estaba justo frente a la ventana, al otro lado de la mesa donde escribía Clara.

Se miraron solo un instante. Lo suficiente como para que el tiempo hiciera una pausa imperceptible.

—¿Qué escribes? —preguntó él, rompiendo el silencio.

Clara cerró el cuaderno con suavidad.

—Cartas.

—¿Cartas? ¿De las que se mandan?

—De las que se quedan en el cajón.

Mateo sonrió.

—¿Y por qué escribir lo que no se envía?

Ella dudó. No era una mujer de compartir con extraños. Pero había algo en su voz —una tristeza 

conocida— que la invitó a hablar.

—Porque a veces, decir lo que uno siente no cambia las cosas. Solo las complica.

Mateo asintió, mirando su café como si allí flotara alguna respuesta.

—Yo soy de complicarlas.

Y así, sin más, se inició una conversación.

Las semanas siguientes, Mateo volvió al café cada jueves. No lo habían acordado. No lo necesitaban. 

Era como si el universo hubiese escrito una cita secreta en sus agendas. A veces hablaban. A veces 

callaban. Se limitaban a compartir el silencio, las miradas, los gestos imperceptibles que van 

construyendo una intimidad más sólida que las palabras.

Clara seguía escribiendo cartas. Y ahora, a veces, lo hacía frente a él.

—¿A quién le escribes hoy? —preguntó Mateo una tarde.

—A un amor que no fue.

Mateo bebió un sorbo de su café.

—¿Y si te dijera que ese amor puede estar al otro lado de la mesa?

Ella no respondió. Solo lo miró con esa mezcla de ternura y miedo que surge cuando el corazón quiere 

correr y quedarse a la vez.

Un jueves, Mateo no apareció.

Tampoco el siguiente.

Clara dejó de escribir durante días. Luego, una tarde cualquiera, tomó el lápiz, una cuartilla y anotó:

«Querido Mateo:

No sé si fue real o lo soñé. Pero en el rincón de aquel café, durante siete jueves, sentí que la vida 

podía volver a empezar. Había olvidado lo que era esperar a alguien. Había olvidado que mi sonrisa 

tenía motivos nuevos para compartirse.

No sé si volviste a marcharte para no hacer daño, o si el daño ya estaba hecho y no lo quisiste sentir. 

Pero si alguna vez lees esto —aunque nunca lo envíe— quiero que sepas que tu silencio también 

habla, y que lo estoy escuchando con todo el corazón.

—Clara».

Pasó un mes.

Y entonces llegó la carta.

Una verdadera carta, en papel, dentro de un sobre azul marino con letra elegante. La encontró en su 

buzón, sin sello, sin remitente. Solo su nombre: Clara.

La abrió con manos temblorosas.

«Querida Clara:

Fui cobarde.

Me fui porque te sentía demasiado cerca. Y eso me asustó más que la distancia. Soy un hombre que ha 

cometido errores, que ha dejado heridas y ha aprendido a caminar solo. Pero tú, con tus cartas 

mudas y tus silencios llenos de música, despertaste en mí algo que no sabía que aún existía.

Me marché a cerrar un capítulo que aún sangraba. Quise hacerlo antes de manchar tu historia.

Volveré este jueves. Si no estás, lo entenderé. Si estás, esta vez seré yo quien te escriba una carta. 

Frente a ti. Con la mirada limpia y el alma abierta.

—Mateo».

Ese jueves, Clara llegó diez minutos antes.

Llevaba puesto un vestido azul oscuro, el mismo que usó el primer día. El cuaderno de tapas azules la 

esperaba en su bolso. No escribió nada. Solo miró la puerta.

Y entonces, él entró.

Ya no llevaba bufanda. Parecía más ligero, como si hubiese dejado algo atrás. Sonrió al verla. Ella 

también sonrió, pero con los ojos.

Se sentó frente a ella, sacó un papel doblado del bolsillo y comenzó a leer en voz baja:

«Clara:

Hoy no quiero escribirte una carta para guardar. Quiero escribirla frente a ti, como promesa. No sé si 

esto es amor todavía, pero sé que es el principio de algo que no quiero perder. Quiero conocerte sin 

los miedos que me hicieron huir. Quiero leerte, no solo en tus cartas, sino en tus gestos, en tus pausas, 

en tus ojos.

Si me dejas, me quedaré. No siete jueves. Todos los que vengan».

Ella tomó su cuaderno y arrancó una hoja por primera vez.

Escribió rápido. Pocas palabras. Se la tendió.

Mateo la leyó.

«Entonces quédate. Yo también quiero escribir algo nuevo».

Desde aquel día, las cartas dejaron de ser susurros al pasado y se convirtieron en mensajes en el 

presente para un futuro prometedor.

A veces, escribían juntos. A veces, se dejaban escritos el uno al otro sobre la mesa como juegos 

secretos. El café de la calle Libertad se volvió un testigo silencioso de una historia que, esta vez, sí 

quería ser contada.

Y aunque no todas las cartas fueron guardadas, todas fueron leídas. Porque el amor, cuando llega de 

verdad, ya no hay sobre que lo retenga.


Autor Santos S. C. Bermejo.

jueves, 11 de septiembre de 2025

Taller Palabras al vuelo

 ¡Despierta tu creatividad con nuestro Taller de Escritura! ¿Siempre quisiste escribir pero no buscas ser un autor profesional? ¡Este taller es para ti!  En nuestro Taller de Escritura para Aficionados, aprenderás a:

Expresar tus ideas con confianza.
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domingo, 27 de abril de 2025

Primer concurso literario Evanraven

 Primer concurso de cuento Evanraven.

Por un error con gmail, no recibiamos los correos, se modifica el mismo y se extiende el plazo 

Inscripción desde el: 19 de mayo de 2025. Hasta el 5 de agosto de 2025
Bases en el blog https://edicionesevaraven.blogspot.com/?m=1

Categoría
Cuento romántico o cuento de suspenso-

Solo romántico mayores de 18 años.

Deberá enviarse 1 (un) solo cuento.
Escrito en español.
Extensión máxima de 8 (ocho) páginas.
Hojas tamaño A4.
Márgenes: Superior 0,98 cm. 0,98cm inferiores. Izquierdo 1,18 cm. Derecho 1,18 cm.
Tipo de letra: Time new roman 12.
Justificado.
Tipo de archivo: trabajo.
Deberá firmarse con seudónimo.
En un archivo adjunto, deberán enviarse los datos del autor:
Nombre y apellido
Correo electrónico (se lo utilizará con el fin de comunicar los resultados)
Nombre de la/las obra/obras
Seudónimo
Breve biografía.
Solo podrán participar mayores de 18 años.
Deberán presentar un mínimo de cinco (5) autores para no quedar desierto. Se informará al cierre de la inscripción.
Los resultados se comunicarán por correo electrónico. Se anunciará a los ganadores por redes sociales (X- ex twitter. Facebook) y nuestro blog Evanraven Ediciones.
Los ganadores tendrán un (1) mes, a partir de la publicación de los resultados, para reclamar su premio.
Primer (1) premió:
La publicación de un libro, del ganador, entre 100 y 200 páginas, en Amazon, a través de Ediciones Evanraven. Con todo el trabajo de edición y publicidad a cargo de Ediciones Evanraven.
Segundo (2) y tercer (3) premio participar de una antología de cuentos, con otros autores, que se publicará en Amazon, a través de Ediciones Evaraven. Con todo el trabajo de edición y publicidad a cargo de Ediciones Evanraven.
EL CORREO ELECTRÓNICO DEBE ENVIARSE A 

ediciones.evanraven21@gmail.com 


martes, 29 de octubre de 2024

Conociendo Máscaras de C. LB

 

Prólogo

Ya era hora de cenar, no tenía ni idea de cómo se me había pasado el día, solo conseguía recordar un mar de papeles, que poco a poco, me había ido tapando con el transcurso de las horas. Para poder sobrevivir a ello, había tenido que empezar a nadar entre los mismos e ir resolviendo cada uno de los temas. Llenando formularios, respondiendo consultas, archivando lo viejo, llenando informes. Si alguien me preguntara si hoy fue un día soleado, lluvioso o nublado, ¿cuál fue la noticia del día? o cualquier otra cosa, no sabría que responderle. Me he pasado, todo el día encerrado en la oficina, ¨nadando´´ entre papeles. Como he sido tan buena chica, y he cumplido con mí tarea, hasta el punto, de dejar mí escritorio, completamente despejado, como a mí me gusta, he pensado que me merezco un pequeño premio, para felicitarme, por una tarea bien realizada, por lo cual he decidido ir a cenar a mí restaurante favorito. Además, no tengo ganas de ir a casa y ponerme a cocinar. Turín es un lugar pequeño, tranquilo, con una comida deliciosa. Salvo aquellos que lo conocemos y que sabemos que en Turín podemos encontrar una buena comida, un ambiente relajado y tranquilo, una atención excelente, como en un lugar de primera, pero como si, al mismo tiempo, estuviéramos en nuestra propia casa, no imaginarían que esté lugar está ahí, a la vista de todos. Quienes no lo conocen, seguramente, ni le dedicarían una segunda mirada, pensando que es un lugar de lo más común, hasta vulgar. Así que los dueños han conseguido aquello que se propusieron cuando abrieron las puertas de Turín. Que sea un lugar sencillo, con excelente comida y una clientela fiel, a través de los años. Como ellos suelen decir, con los años, hemos alcanzado el éxito que siempre buscamos, cuando abrimos las puertas de nuestro restaurante. Es un lugar, en el que me siento como en casa, al que voy cada vez que puedo, desde hace ya muchos años, tiempo que ha conseguido que me vuelva amiga, tanto de sus dueños, como de sus empleados.

Cuando llegué a Turín fui recibida por Ana, una de sus dueños, con su sonrisa tranquila, que transmite paz, y uno de esos abrazos cariñosos, que tocan el corazón, y que solo están reservados para los amigos.

-Hola Elle ¿cómo estás? hace tiempo que no te veíamos, se te extrañaba.

-Estoy bien, por ahora la vida va como la seda. Sí, hace tiempo que no venía, estábamos con un par de casos que teníamos que resolver. La verdad, casi no nos dejaban tiempo más que para dormir.

-Prefiero no pensar en que estuvieron comiendo, al menos me consuela saber que la tienen a Cristina, para cuidarlas. Seguro que ella se ha encargado de hacer que coman algo más que comida rápida, yogurt y café-. Me reí

-Sí, no deja de ser una molestia-. le guiñé un ojo mientras decía aquello-. Ambas sabemos que Cris es como una mamá gallina, o la amas o salís corriendo, nosotras la amamos. A parte somos conscientes, aunque a veces nos dé ganas de matarla, que sin sus cuidados, dedicación y atenciones estaríamos perdidas.

-Antes de que Luis te acompañe a tu mesa de siempre, creo que me puedo permitir una curiosidad más-. Si yo, hubiera tenido una sola duda de por dónde iba esa curiosidad, me hubiera bastado ver su expresión traviesa para despejarla. No a mucha gente le permito curiosear sobre mí vida privada, pero Ana es una de ellas, igualmente entrecerré los ojos y la mire fijo -se río- Esa mirada puede asustar a muchos pero a mí no, así que contame cómo está ese corazón, ha aparecido algún hombre que al menos haya conseguido que le dediques una segunda mirada, o algún pensamiento extra.

-Mi corazón sigue muy tranquilo y por más que mí mirada este siempre atenta, no ha visto a ningún hombre que le llamara la atención como para dedicarle una mirada y menos una segunda mirada. En cuanto a mis pensamientos están centrados en el trabajo.

-Madre mía, como puede ser que haya tan pocos hombres interesantes sueltos por ahí-. Ana se volvió a reír.

Después de la pequeña charla con Ana, Luis, me acompañó a la mesa que suelo ocupar siempre que vengo a Turín. La elegí, desde que vine a comer por primera vez, porque está ubicada en una esquina desde la que tiene una hermosa vista de la calle. Además, tiene una excelente visión del interior del local, algo que para alguien que es una observadora nata, como soy yo, la hace sentir que está mirando una película, o varias al mismo tiempo, las cuales puedo entrelazar o completar, según mis propias observaciones e imaginación, según me lo dicte la inspiración.

-Buenas noches, señorita Elle, ¿Cómo está? Le dejo el menú para que pueda elegir que desea de cenar -dijo Luis.

-Gracias Luis. Estoy bien.  ¿Cómo está María? ¿Cómo están los chicos?

-Muy bien por suerte. Gracias por acordarse-. Le sonreí.

 -Me alegro mucho. Voy a pedir una botella de agua mineral, porque tengo que manejar. Mientras me la traes, veo que elijo para cenar.

-Por supuesto-. Cuando Juan se retiró, abrí la carta y elegí aquello que ya sabía que elegiría, desde antes de abrirla. De entrada, una ensalada de lechugas, tomates cherry, zanahoria, manzana, palta y daditos de queso. Después pasta con salsa cuatro quesos y de postre helado con salsa de chocolate-. Cuando le transmití el pedido, Juan, me sonrió antes de retirarse. Él también sabía, lo que yo iba a elegir, antes de que abriera la carta.  Mientras comía la ensalada me dediqué a observar. En la calle la gente iba y venía, algunos con su eterno apuro. Ni siquiera se toman el tiempo para poder respirar profundamente, para mirar al que tienen al lado, al que tienen enfrente. Parece que un radar interno les avisara cuando deben modificar su camino para no chocar de frente con otro ser viviente, aunque, hay veces, que les falla. A veces me pregunto que impulsa a esas personas a ir por la vida corriendo como si llegaran siempre tarde a algún lugar importante y si sabrán a ¿dónde van?, a ¿dónde es que tienen que llegar? También llamó mí atención una pareja que estaba cenando en una mesa casi al lado de la mía. Era evidente que se conocían. Parecía una cita, al menos del lado de ella, pero en cambio si uno miraba la actitud, los gestos, la postura de él, aquella era una cena de negocios. Me llamó la atención, pero no quise ser indiscreta mirando demasiado la escena, una cosa es ser una observadora y otra muy distinta es ser una entrometida. Igual me pregunté que llevaría a una mujer a tener una cita con alguien que durante una cena mantenía esa actitud, a menos que fuera una cena de negocios y que ella quisiera llevarla a otro nivel. Como no iba encontrar una respuesta a mis preguntas me dediqué a observar el constante movimiento de la calle y el movimiento más tranquilo y relajado del restaurante, hasta que mis observaciones fueron interrumpidas por los movimientos bruscos, enojados y el tono elevado de voz de la mujer a la que había estado observando a penas un rato antes. Ella le estaba tirando, literalmente, la caja de un anillo por la cara a su compañero de cena, mientras le decía que estaba loco si creía que ella se iba a casar con un tipo que tenía agua congelada en las venas en vez de sangre, que para ella el matrimonio era un proyecto de vida y no un trato de negocios. Curiosidad resuelta, aquello era una cita, aunque él, no supiera la diferencia, entre una cena social, romántica, y una de negocios. Y parecía, que aún menos, sabía cómo hacer una propuesta de matrimonio. Decidí terminarme el postre, tomarme el café que había pedido, pagar la cuenta y partir rumbo a mí hogar, para descansar. Pero parecía, que a algún duendecillo travieso, le habían dado ganas de jugar, y antes de que pudiera hacer lo que me proponía tuve que vérmelas con el señor negocios.  Al parecer, algo de mí expresión, hizo que este señor, pensara que yo disfrutaba con el espectáculo que estaban dando, o quizás era, simplemente, que tenía que encontrar a alguien con quien descargar su frustración, y justo yo, estaba a mano.

-Usted, ¿qué mira? Ah, ya, seguro que es una de esas solteronas amargadas, que no tiene un hombre que la aguante, ni siquiera durante la cena, y que disfruta, cuando ve que a los demás les va mal. Pues, no se equivoque, querida, soy un hombre de mucho éxito, y mucho más con las mujeres, solo creí, que había encontrado la mujer apropiada para mi estatus, pero parece que me salvé de una loca-. Mientras decía su discurso parado junto a mí mesa, yo me dediqué a terminar el postre con absoluta calma. También me di cuenta que Ana llamaba a Oscar, su esposo, que salió de la cocina y se puso al lado de ella, listo para actuar, por si hacía falta.  Por su parte, Juan, se acercó a mí mesa y se colocó cerca de mí. El resto de los comensales, habían dejado de comer y de charlar y estaban atentos a lo que sucedía. Yo estaba tranquila, como un mar en calma y congelado. Hice una pequeña seña, para evitar que Ana, Óscar o Luis, intervinieran, sabía que ellos entenderían el gesto. Sonreí fríamente, le pedí a Luis que me trajera la cuenta, aceptó con un gesto de cabeza, pero, antes de retirarse, clavó la mirada fijamente en el “señor” al que su idiotez había llevado a montar la ridícula escena. Me tomé unos segundos más y decidí que ya era hora de contestarle al idiota.

-La verdad, es que miró lo que me llama la atención, dado que estamos en un sitio público, por sí no lo notó. Y aunque hubiera querido privarme de semejante escena, me hubiera sido imposible, por la cercanía de las mesas, y el elevado tono de voz de su pareja, cuando le estaba dejando claro los motivos para rechazar su propuesta matrimonial, y lo que pensaba de usted. Si no me equivoco lo hemos escuchado todos los presentes. En cuanto a lo que vi, fue a una mujer dejarle bien claro, a un engreído, que se cree la octava maravilla del mundo, que en el matrimonio busca algo más que un trato de negocios o ser una muñeca, con las características adecuadas, para ser llevada colgada del brazo. Según sus palabras, usted, tiene hielo en sus venas, en lugar de sangre. Yo agregaría, que es un perfecto imbécil. En cuanto al resto de sus palabras, simplemente soy una mujer que disfruta de la buena comida, a la que le importan tres pimientos, lo que los demás, opinen de ella, y que se siente muy cómoda, con ella misma, y disfruta de sus momentos de soledad, sin problema. Además, soy una mujer exitosa, que no necesita tener a su lado a un hombre “adecuado” a su estatus. Ahora, aclaradas sus dudas, si me lo permite, quisiera poder abonar la adición. Sin siquiera dirigirle una mirada más, le hice una seña a Luis para que se acercara con la factura. Al hacerlo le indicó, con una sola mirada, al tipo, que había llegado el momento de retirarse a su mesa. Le entregué la tarjeta a Luis, firmé la cuenta y esperé a que me devolviera la tarjeta, para poder despedirme. Si bien, había sido una noche interesante, me alegré de haber llegado a casa.

 Vivo en un caserón alejado de la ciudad y rodeado de naturaleza. La casa está rodeada de un hermoso jardín y parque, que me da placer y paz, y a los cuales dan todas las ventanas, balcones y terrazas de la casa. Más allá del parque por la parte de atrás de la casa y extendiéndose hacia los laterales empieza un hermoso bosque que se extiende varias hectáreas. Recorrerlo es llenarse de paz y naturaleza. Del sonido de los pájaros y pequeños animales que viven en él, del olor a los árboles y a la tierra. De tener los ojos llenos de colores, de verdes, marrones y de los miles de tonos de las flores silvestres que crecen allí. Todo se completa con un hermoso estanque, de agua clara, a unos metros de la casa. Después, de tomarme unos minutos, para llenarme de paz y poder disfrutar de la hermosa noche que me rodeaba, marqué el código de seguridad y entre en casa. Me encontré en un espacio abierto, fresco, que incorporaba la noche y el jardín a través de los amplios ventanales que formaban un semicírculo, frente a la puerta de la entrada. Los pisos son blancos con vetas en gris claro. Al bajar dos escalones, se abren todas las posibilidades. A la izquierda, hay unas puertas dobles, de madera tallada, detrás de las cuales se encuentra una amplia biblioteca de dos niveles, con hermosos ventanales y estanterías repletas de libros, hasta casi alcanzar el altísimo techo, en forma de cúpula, construido con hermosos vitraux, que representan imágenes fantásticas y mitológicas. El espacio está dividido en dos niveles, tiene un balcón que bordea todo el segundo nivel. Cuando uno se halla en él, ya sea simplemente mirando, o con la atención atrapada en la infinidad de volúmenes que están guardados en los estantes, da la sensación de estar flotando. Si se mira hacia arriba, se ve la bella cúpula del techo y si se mira hacia abajo, uno se encuentra con el primer nivel de la habitación, estanterías llenas de libros, casi de suelo a techo, cómodos sillones y una hermosa chimenea de piedra. El balcón tiene una baranda de hierro forjado de color negro. Se accede al mismo a través de una escalera caracol, también de hierro forjado, completamente disimulada entre las estanterías de libros de ambos niveles. El primer nivel, con sus suelos de madera pulida y sus alfombras orientales, está amueblado con sillones cómodos, que invitan a leer durante horas. También hay una chimenea, que da calor en el invierno, y una excelente iluminación, conseguida a través de amplios ventanales y lámparas, estratégicamente colocadas, que permiten, no solo la lectura, sino también, apreciar todos los volúmenes que hay en la biblioteca. Todo esto logra, que quien quiera disfrutar de una buena lectura, pueda al mismo tiempo, disfrutar de las vistas del exterior. Cuando se abren las ventanas, por las mismas, entran los olores, sonidos, y la paz del jardín, en ese espacio de letras. Si se mira hacia arriba, se puede disfrutar con un mar de libros, contenidos en las bibliotecas, mientras estos esperan volver a cobrar vida, al ser abiertos para ser leídos. Para terminar, viendo un mundo de imágenes, de colores y de fantasías, que forman parte del techo, que harían soñar despierto a cualquiera. En cambio, si antes, de bajar esos dos escalones, uno mira hacia la derecha, encontrará el comienzo de una escalera, que hace juego con el piso blanco y gris humo del recibidor. Cuya baranda es de hierro forjado, pintada de negro brillante, con un pasamanos de madera oscura lustrada. Pero si bajas los escalones y miras hacia ese mismo lado, te encontrarás con lo que simplemente parece un bello panel de madera oscura, con incrustaciones, de madera más clara, que forman un hermoso dibujo de flores. Esta casa esconde varios secretos, y uno de ellos, es que ese panel, que parece meramente decorativo es en realidad una puerta que se abre deslizándose dentro de la pared, solo es necesario presionar un pequeño botón que se encuentra disimulado sobre lo que parece ser el marco que encuadra el panel, pero que en realidad es el marco de la puerta escondida, detrás de la cual se encuentra una bella sala de estar, amueblada con un gusto clásico, en colores claros, con cómodos sillones, mesas de apoyo, con lámparas que no solo sirven de iluminación sino que además son para ambientar y hacer lucir los bellos cuadros que adornan las paredes, los jarrones llenos de flores frescas y los distintos adornos, distribuidos de manera estratégica, y sutil. A las luces se les puede regular su intensidad, de acuerdo a las necesidades o los gustos de los ocupantes. Una de las paredes de la sala, es un hermoso panel vidriado que trae al interior de la misma el bello jardín que rodea la casa, y que además da acceso a una amplia terraza a balconada, desde la cual se accede directamente al mismo. Lo más sorprendente de aquella habitación, en realidad de todas y cada una de las habitaciones de la casa, es que en todas ellas y mezclados con antiguos adornos, jarrones con flores y fotos hay representaciones de duendes, hadas, ángeles, lechuzas, brujas, magos y otros seres mágicos. Aunque muchos pudieran pensar que desentonan, que no deberían estar allí, estos quedan perfectamente integrados. Yo entiendo su significado, son maravillosos guardianes, guías y evaluadores de situaciones y personas. Al principio a mí también me llamaron la atención, pero pasado un tiempo, alguien me hizo entender su valor y ahora los consideró mis amigos. Sonreí al pensar en ellos y mentalmente les di las buenas noches. Yo seguía parada en el recibidor, antes de comenzar a subir la escalera, que me llevaría al primer piso, miré hacia la derecha, y vi el largo pasillo que recorre todo el lateral de la casa y lleva a la parte posterior de la misma donde se puede seguir de frente, o girar a la derecha, para encontrarse con uno de los accesos,  que tiene la espaciosa y luminosa cocina,  que está  equipada, con los más modernos y sofisticados electrodomésticos, además de poseer espaciosas mesadas y armarios, así como una enorme isla, que hace las veces de superficie de apoyo y desayunador. También hay, en un rincón, un bello sillón, debajo de unas ventanas que forman medio hexágono, que se completa con una mesa y un par de sillas, para cuando uno quiere desayunar más cómodo. Toda una pared de la cocina es vidriada y permite la entrada del jardín a la misma. Así como también del huerto de hierbas aromáticas, que se cultivan al pie de esta. En uno de los laterales hay una puerta que da acceso a la despensa. Si volvemos al pasillo, nos encontramos, con las puertas que dan acceso al comedor, al que también se accede desde la sala de estar. También en el mismo se encuentran las puertas que dan al escritorio y a dos de los baños. El pasillo termina en la entrada del gimnasio, el cual, está equipado completamente como el de cualquier centro deportivo, desde el cual se puede acceder a la pileta climatizada y al hidromasaje que están rodeados de paredes de cristal, que lo hacen sentir a uno como si estuviera en medio del jardín. Todo el pasillo también tiene una gran pared vidriada que hace que uno sienta que camina por el jardín en vez de por un pasillo. En esos momentos, aquella pared, permitía que la luna llena lo iluminara. La otra pared era blanca y estaba adornada con fotos de paisajes. Después de tomarme esos minutos para sentir mí casa, subí la escalera y me dirigí a al dormitorio. El primer piso se divide en dos alas iguales en las cuales hay cinco dormitorios en cada una de ellas con sus respectivos baños y amplios vestidores. Los dormitorios de las esquinas son los más amplios y tienen una mejor vista. Cuando recién vine a vivir a esta casa ocupaba el dormitorio de la esquina izquierda pero ya hace un par de años que me cambié al de la derecha. Me dirigí hacia él, disfrutando del silencio, del que ahora era mí hogar. Al entrar al dormitorio me recibieron tonos lilas pastel y blancos, un piso de madera clara, perfectamente cuidado, y brillante. Un bello tocador antiguo, de color blanco, a juego con las dos mesas de noche, que se encontraban al lado de una enorme cama de dosel que está equipada con un colchón alto y cómodo. La ropa de cama también es de tonos pastel a juego con el resto del dormitorio. Completan el mismo, dos puertas de madera, una a cada lado del tocador, que dan a un espacioso vestidor con lugar para guardar una buena cantidad de ropa, zapatos y accesorios, además de tener espejo de cuerpo entero y un pequeño banco antiguo con asiento acolchado. El piso del mismo estaba alfombrado. La otra puerta da al baño equipado con un lavabo de mesada de granito blanco con rosa, arriba de del cual hay un espejo grande. El baño también está equipado con múltiples espacios de guardado, una cabina de ducha, la cual tiene varios chorros de agua, además de una bañadera gigante. Frente a la cama hay una pequeña chimenea. La última pared es una ventana vidriada, que da a un balcón terraza, desde el que se tiene acceso al jardín. También aquí hay duendes, hadas y criaturas mágicas como decoración, las cuales siempre me hacen sonreír. Esta habitación, como la mayoría de la casa, guarda un pequeño secreto. En el vestidor, una de las estanterías tiene un mecanismo que hace que se corra dando acceso a un pasillo que lleva hacia las torres que adornan el techo de la casa, pero que al mismo tiempo cumplen otra función.

Ni bien entre en mi dormitorio me quité los zapatos y mientras me desvestía me dirigí al baño para darme una ducha que borrara el largo día que había tenido y la agenda mental que ya me contaba que era lo que me esperaba al siguiente día. Una vez relajada, vestida con mi cómoda bata de algodón, traspasé la puerta secreta del vestidor y subí a las torres. Sabía que aún era temprano para dormir. Cuando terminé de subir volví a enamorarme, como me pasa cada vez que estoy allí, de la belleza que se ve por cada una de las ventanas que cubren las paredes. Es como estar volando sobre el jardín y poder verlo todo y ser parte de ese todo sin que nadie sepa que uno está allí. Los vidrios son especiales y desde afuera n

o pueden ser detectados. Las torres solo parecen algo decorativo a los ojos de quien las miren desde afuera. Sin embargo, son habitaciones amplias, cómodas, equipadas con lo mejor de la tecnología, dos escritorios, sillones, pizarrones, archiveros y un práctico sector de “cocina" con una heladera pequeña, siempre bien provista, cafetera, pava eléctrica y un surtido de cafés y tés del que puedo elegir según mi humor y necesidad de cada momento. Estas habitaciones eran mi verdadero lugar de trabajo en la casa. Me decidí por un té de durazno y una vez que tuve la taza en mi mano me senté detrás de la computadora. Lo primero que hice fue volver a revisar si los sistemas de alarma y cámaras de seguridad estaban conectados y funcionando sin problemas. Una vez terminada esta tarea, revisé el resumen de las actividades de las cámaras durante el día y comprobé que había sido un día normal. Terminadas estas tareas me distendí estirándome en el sillón y me dispuse a admirar la vista mientras tomaba mi té. Dejé vagar mi vista por la habitación y sus alrededores y les sonríe a mis amigos mágicos, que allí también tenían su lugar de privilegio. Antes de centrar mi atención en las tareas que aún tenía pendientes y organizar mi agenda del próximo día, recordé a la mujer quien años antes me había dado un trabajo de secretaria, que poco a poco me había vuelto su discípula, que se había vuelto mi amiga y ayudado a sanar mi corazón hecho pedazos, hasta que pude reconstruirlo completamente. Quien me había dado un lugar donde sanar, una profesión, su amistad y finalmente sus más preciados tesoros, su casa y sus amigos mágicos a quienes me enseñó a amar como lo hacía ella. Dora, fue familia y una segunda madre para mí, en un momento, que la vida, me había dado un buen golpe, provocando que me alejará de mi familia y del pueblo en el que había vivido toda mi vida.

 

 

 

 

 

 

 

 

Capítulo 1

En las oficinas de la agencia.

Saber que Cristina, nuestra secretaria- asistente- madre adoptiva, tanto de mis socias, como mía, seguramente ya habría llegado y tendría el café hecho, era una manera maravillosa de comenzar el día. Estacioné el auto y por lo que vi Cristina y yo éramos las primeras en llegar. Qué raro, que como cada día, Martina y Julia llegaran más tarde. Nuestras oficinas estaban en lo que antes había sido un edificio de almacenes antiguos, que era propiedad de Julia. Cuando decidimos embarcarnos en este sueño, poner nuestra agencia de detectives, y estábamos buscando un lugar, Julia nos mostró este edificio que estaba vacío y en muy malas condiciones, pero que tenía un millar de posibilidades. Trabajando juntas y contratando expertos cuando era necesario lo reformamos y adecuamos a nuestras necesidades. Hoy quien viera el edificio nunca podría imaginar cuál era su estado unos cuantos años antes. Ahora está limpio, pintado en distintos tonos de verde, con blanco, con sus ventanas, puertas y paredes sanas. Huele a limpio, en vez de a humedad. Es un edificio de dos plantas. La primera de ellas está dividida en tres oficinas amplias, una zona de recepción de concepto abierto donde está el área de trabajo de Cris con un amplio escritorio, archivadores, teléfonos y computadora, y una sala de espera sectorizada con una alfombra en tonos rojos y dorados, tres amplios sillones y una mesa de café. Hay dos baños pequeños, uno en cada punta del edificio y una cocina chica pero eficiente. También tenemos un garaje para guardar los autos. Todo está adornado con plantas, cuadros y adornos simples. En distintos lugares del edificio y de su exterior, muy bien disimuladas entre los cuadros, adornos, plantas y bandejas de luz, están colocadas varias cámaras de seguridad. Cada oficina cuenta con la suya.

-Buenos días Cris.

-Buenos días Elle.

-¿Alguna novedad?- Le pregunte.

-Por ahora, todo tranquilo. Ni Julia, ni Martina, llegaron aún, y el teléfono no ha sonado. Para que llegue el próximo cliente, falta, aproximadamente una hora-. Me informó Cris, y mientras me decía todo esto, ya había puesto una taza de café en mi mano y ella sostenía la suya, ambas nos dirigíamos a mi oficina donde nos sentaríamos a tomarlo y a esperar a nuestras socias. Como cada día, por la mañana, las cuatro, nos reunimos en mi oficina, para conversar durante un rato, las charlas de los lunes son las mejores, y después, agendas en mano, nos ponemos al día, con los temas de trabajo. Cuando llegaron Julia y Martina con su buen humor de recién me levanto, aunque haría, cerca de dos horas que lo habrían hecho, y cada una tuvo su taza de café en la mano, dio comienzo la reunión del día. Al comienzo de la misma les conté donde había cenado y lo que había sucedido la noche anterior. Luego de reírnos un buen rato con los aportes y ocurrencias de cada una, sincronizamos relojes, así llamábamos al momento de organizar nuestras agendas. Julia tenía un trabajo informático que le llevaría varias horas, debía rastrear quien había robado y saboteado proyectos de una empresa que nos había contratado. Para eso debía revisar y rastrear en su sistema informático. Ella es experta en eso ya que es programadora y experta en seguridad informática. No hay sistema que se le resista. Martina debía armar y pasar en limpio el informe que debía ser entregado a una aseguradora sobre un accidente de tránsito y los implicados en el mismo. Y yo debía recibir a las diez y media de la mañana, al señor Luciano Teodoro Fuentes, quien el día anterior, había pedido una cita, sin explicar el motivo de la misma, aduciendo que el mismo era muy complejo, para explicarlo, por teléfono, y que prefería hacerlo en persona. La noche anterior, había estado investigando al señor Fuentes, para reunir la mayor cantidad de datos posibles sobre él, para poder comenzar la carpeta del cliente, tanto para él, como para nosotras, puse al tanto de los datos que había conseguido a mis socias y amigas.

Luciano Teodoro Fuentes:

Edad: 38 años

Estudios: ingeniería, con especialización en alimentos y chef.

Ocupación: presidente de la empresa familiar. La misma tenía intereses en varios campos. Los cuales principalmente estaban en el área gastronómica, pero desde que Luciano T Fuentes, se hiciera cargo de la presidencia, esos intereses, se habían ampliado hacia la industria química, con orientación en la alimentación y la conservación de alimentos. También se habían expandido hacia el área tecnológica y las telecomunicaciones, además del transporte de alimentos. Se decía, que si bien, la empresa había comenzado con el bisabuelo de Luciano, y un restaurante, al dejarla en manos del abuelo de Luciano, ya se habían extendido a una pequeña cadena de restaurantes. Tanto el abuelo, como el padre de Luciano, habían hecho crecer aún más la empresa. Su abuelo extendió la cantidad de restaurantes a cincuenta, y se expandieron por todo el país. El padre de Luciano, no solo siguió sumando restaurantes, sino que agregó, una cadena de panaderías y pastelerías. Pero hasta la fecha, la mayor ampliación había venido de la mano de Luciano, quien había abierto varios laboratorios para la investigación alimenticia, una industria para la elaboración de esencias, condimentos, colorantes y demás productos de gastronomía, además de la creación de una empresa para el transporte por tierra, aire y mar, principalmente, de productos alimenticios  y una empresa dedicada a la elaboración de chocolates artesanales finos, pero la expansión no había quedado ahí, ya que, a lo anterior, se sumaba una empresa de  tecnología, con la que se buscaba optimizar, apoyar y acompañar a las demás empresas. También habían expandido sus intereses, hacia los canales de televisión privada, radios, diarios, revistas y, desde luego, internet, para publicitar todos los productos de la empresa y poder hacer investigaciones de mercado.

Estado civil: soltero, sin hijos. Si bien su vida privada estaba cerrada bajo cinco llaves, en la prensa del corazón, no dejaban de filtrarse romances o noticias de compromisos, futuros casamientos y rupturas limpias, sin escándalos. La lista iba desde modelos, actrices, cantantes, mujeres de la alta sociedad, empresarias, mujeres dedicadas a la cultura y hasta alguna desconocida. Se rumoreaba que en la actualidad estaba saliendo con una pintora bastante reconocida cuyas obras cotizaban muy bien. Ni él, ni su familia, ni sus empresas y negocios nunca se habían visto envueltos en escándalos de ningún tipo. Su familia consta de sus padres, ambos están vivos y se dedican a viajar por el mundo. Tres hermanas menores que él, treinta y cinco, treinta y veintiocho años. Las tres, trabajan en la empresa familiar, como abogada, ingeniera química y contadora. Además, tiene un hermano de veintisiete años, que aún esta perfeccionando sus estudios de gastronomía en Francia y Suiza, desde donde llegan noticias de una vida amorosa agitada y cambiante. De los cuatro hermanos, solo las dos hermanas mayores, están casadas. María Isabela, abogada, casada con otro abogado. Él también trabaja en la empresa familiar. Se conocieron en la universidad y llevan casados ocho años y tienen dos hijos, uno de seis y otra de tres años. Eugenia Elvira, ingeniera química, lleva casada seis años con un licenciado en telecomunicaciones, que también trabaja en la empresa familiar. Tienen una hija de dos años. Se conocieron en una fiesta. Él es cinco años mayor que ella. Querían esperar a que ella terminara su carrera para tener hijos, pero su hija se adelantó, por unos meses, al plan. La tercer hermana Ivana Soledad es contadora, sigue soltera, sin hijos, pero mantiene una relación con un empresario textil que desarrolla y comercializa una conocida línea de ropa deportiva. Él es el único que no está relacionado con la empresa familiar. Aunque, Elle, lo había dilatado, lo más posible, ya que sabía cuáles serían las reacciones, había llegado el momento, de mostrarles, a las demás, un par de fotos, que había conseguido del posible cliente. Cuando Julia, Martina y Cris vieron las fotos, sus reacciones no se hicieron desear, y fueron las esperadas. Silbidos, simulacros de desmayo y ataques al corazón, suspiros y más, mucho más. Nada inesperado, debía reconocer que, aunque las fotos no eran muy buenas, en ellas se mostraba a un hombre alto, que tenía un cuerpo bien formado, atlético, al que los elegantes trajes le quedaban a la perfección, tanto como la ropa informal. Tenía pelo oscuro, aunque no se veía con claridad, el color del mismo. Llevaba un corte no muy corto, sino al contrario, e iba peinado con un estilo desestructurado, muy sexi. Tenía una cara angulosa, de rasgos marcados, que si bien, no se podía decir que fuera linda, sí, lo volvía muy atractivo. Sus ojos, tampoco, se veían con claridad, pero se intuían oscuros y de mirada penetrante. Era la imagen de un hombre, que no pasaría desapercibido en ningún lugar, y menos para una mujer, con un buen par de ojos. Ya me estaba imaginando, que ni bien sonara el timbre, tres pares de ojos, sin contar los míos, estarían clavados en él, aunque no descaradamente, pero los mismos no se perderían detalles sobre él, ni sobre su visita. También estaba convencida, de que parte de la entrevista, la cual, quedaría grabada por las cámaras de seguridad, sería monitoreada en vivo y en directo, por esos mismos tres pares de ojos. Esperé que pasara el tornado de risas, comentarios y bromas dirigidas hacia mí. Las tres, suelen decir, que a mí, me toca entrevistar y tomar el caso de todos los bombones, mientras que a ellas, les tocan las sobras. Todas, sabemos que eso no es así, que salvo casos específicos, sobre temas contables o informáticos, a todas, en mayor o menor medida, nos toca trabajar con todos los clientes. Los cuales son variados, y van desde amables a locos, pasando por los mal humorados, miedosos, simpáticos, lindos y feos, pero al final, todos son iguales, personas que necesitan ayuda. Aunque la única que tiene pareja, su esposo, desde hace muchos años, es Cris, tanto Martina, como Julia, tienen sus ojos puestos en alguien, aunque, ellas, lo niegan fervientemente. Mi caso es diferente, hace muchos años, cuando dejé atrás el lugar donde nací y me crie, cerré mi corazón, para siempre. Sé que esto les preocupa a mis amigas, que buscan hacer que eso cambie. De ahí, las infinitas charlas y bromas, que suelen hacerme.

A las 10:20 sonó el timbre de la puerta. Como había predicho, mis dos socias, tenían tareas “importantísimas” que debían resolver en la recepción de las oficinas. Desde luego, darían toda la idea, de estar muy ocupadas en lo que estaban haciendo, y no, en prestar atención a lo que estaba pasando a su alrededor, que era exactamente lo que harían. Cristina, atendió la puerta, y se encargó de hacer pasar a nuestro cliente. Una vez que, Luciano Teodoro Fuentes, entró en las oficinas, todo se desarrolló tal cual, Elle, lo había imaginado. Cris lo saludó.- Buenos días señor Fuentes, soy Cristina, asistente administrativa de la agencia, enseguida le informo a la detective Elle Carrío, que usted ha llegado. Por favor, tome asiento-. Le señaló el espacio de la recepción, destinado a sala de espera. Él, le sonrió, la saludó y le agradeció, antes de sentarse en uno de los sillones, para luego poner toda su atención en su teléfono móvil. Aparentemente, no había registrado la presencia de mis dos socias, aunque yo, estaba segura de que sí lo había hecho. Cristina se dirigió hacia mi despacho, llamó a la puerta y entró. Yo, seguía observando, en la pantalla de mi computadora, lo que sucedía en recepción. Cuando Cris entro en el despacho, se llevó una mano al corazón, y fingió que se le había parado. Yo me reí en silencio, ya que dicen que las paredes oyen. Mientras Cris, me informaba, de lo que yo ya sabía, volví a mirar la pantalla. Julia y Martina seguían “muy ocupadas" en recepción, sobre todo en no perderse detalles de Luciano Fuentes. Él, se mostraba tranquilo y distante, concentrado en lo que estuviera haciendo o viendo en su teléfono. Como si para él, fuera algo normal, encontrarse sentado en la recepción de una agencia de detectives. Yo estaba segura, de que, el señor Fuentes, no se estaba perdiendo ningún detalle, de lo que estaba sucediendo a su alrededor. Admiré su aplomo y deduje que era alguien que estaba acostumbrado a observar, mientras era observado, y a esconder sus reacciones y emociones. Eso podía ser una ventaja o una desventaja, ya se vería, en el trascurso de los acontecimientos. Lo primero, era que había llegado el momento, de la entrevista cara a cara y de descubrir el motivo, por el cual él, necesitaba nuestros servicios. Así que le dije a Cristina que lo hiciera pasar, mientras cerraba el programa de las cámaras en la computadora y activaba el protector de pantalla de la misma. Cuando Luciano Fuentes, entró en mi despacho, comprendí dos cosas: el motivo por el cual, Julia y Martina, no dejaban de hacer gestos disimulados, o en código, sobre lo que pensaban de él. Que era el mismo motivo, por el cual, Cris, había actuado como lo había hecho, cuando había entrado para anunciarme su llegada. Lo segundo que comprendí fue que, por más que las cámaras y las fotos tuvieran una excelente resolución, las imágenes que obtenían, no le hacían justicia a Luciano Fuentes. Era alto, calculé que debía medir cerca del metro ochenta y cinco. Tenía el pelo oscuro, casi negro, que le llegaba hasta el cuello de la camisa, donde se le ondeaba un poco. Además, se le veía despeinado y rebelde. Sus ojos, eran entre grises y verdes. Se notaba que debía de haber estado expuesto al sol, por el tono que mostraba su piel, y al mismo tiempo, quedaba claro, sin la menor sombra de duda, que su cuerpo estaba en excelente forma física. Su cara, tenía una expresión inescrutable, y si bien, sus rasgos, no entraban, dentro de lo que muchos, considerarían como lindos, dado que los mismos eran fuertes y marcados, como por ejemplo su mandíbula y los pómulos, tenía una cara muy atractiva, con una boca que llamaba como un imán, y pedía ser besada. Me quedé sorprendida ante mi propia reacción al verlo entrar en mi despacho. Tuve que serenar mis pensamientos, mientras me ponía en pie para saludarlo, al hacerlo, me di cuenta, de que yo, era objeto del mismo tipo de escrutinio.

-Buenos días, señor Fuentes, encantada de conocerlo. Soy Elle Carrío. Tome asiento por favor.

Al ver el pequeño gesto de su ceja al decirle mi nombre, le sonreí y agregué-. Si le dijera mi nombre completo, en vez de solo Elle, tendría que matarlo, ya que es un secreto de familia, que nunca deberá ser revelado-. Pocas veces, aclaro algo sobre mi nombre, en general, siempre pasó por alto, la curiosidad que despierta el mismo, pero cuando escuché su risa, espontánea, vibrante y enérgica, que me provocó cosquillas en la piel, me sentí muy complacida de haberle dicho aquello.

-Señor Fuentes-. Me interrumpió antes que pudiera continuar.

-Llámeme Luciano, por favor, como la mayoría de los que me conocen.

-Muy bien, Luciano, me gustaría conocer el motivo de su visita.

-Como le dije a su asistente, cuando le solicité la entrevista, es algo muy serio, que quería hablarlo personalmente. En primer lugar, quisiera decir dos cosas. La primera, es que estoy casi seguro, de que usted habrá investigado quien soy, antes de recibirme hoy-. Esa vez, me tocó interrumpirlo a mí.

-Sí, así es. Es algo que hago en todos los casos.

-Muy bien, eso era lo que yo suponía, y esperaba, por lo que me comentó, sobre usted, quien me recomendó que viniera a verla dado mi problema-. Ahora fue mi turno de dejar ver mi curiosidad y sorpresa-. La segunda cosa que quiero decirle, es que fue el detective Ayala de la policía, quien me recomendó, que sí quería llegar al fondo de lo que me había sucedido, la viera a usted. Si bien la policía realizará una investigación, no tienen mucho material para poder realizarla. Además, el mío, es un caso más entre muchos otros-. Elle había estado conteniendo la respiración durante unos segundos, antes de que Luciano, dijera el nombre del detective Ayala. Habría jurado, que en la oficina contigua, donde estaban sus compañeras, siguiendo la entrevista por las cámaras, había sucedido algo similar, y que habían suspirado al eliminar el aire que habían estado conteniendo. Ya que si, Luciano, hubiera nombrado al detective Quinteros, todas, habrían sabido, que pasarían una temporada muy movida. Julia y Martín Quinteros, son como el fuego y el combustible, siempre terminan haciendo explosión. Tanto los compañeros de él, como Cris, Martina y yo tenemos que aguantar las consecuencias de los incendios que provocan, y a ellos dos, cuando eso sucede. Pasado el susto inicial, volví a respirar normalmente.

-Entiendo. Hace un tiempo trabajamos con el detective Ayala y su compañero, seguro ahora tendrá otro ya que el carácter del detective hace que sus compañeros huyan-. Me reí al recordar a Ayala cuando se enoja-. A pesar de su famoso carácter en la fuerza, trabajamos muy bien juntos y llegamos a respetarnos mutuamente. Ahora bien, sí él le sugirió que me consultara no creo que estemos ante un tema sencillo, y menos aún, si la policía tiene un caso abierto sobre el mismo. Me gustaría que me contara de que se trata-. Mientras yo hablaba, en ningún momento, aparté la mirada de la cara de Luciano, por lo que comprendí que era alguien que sabía mantener el control de sus emociones, aunque por unos breve segundos, sus ojos tuvieron una expresión de furia, cuando le dije que no estábamos ante un problema sencillo. Pero solo alguien que estuviera muy atento, lo hubiera notado, ya que solo fueron un par de segundos, a penas, antes de que la misma desapareciera.

-Que alguien intente matarlo a uno no es un tema fácil o sencillo -dijo, aquellas palabras, sin inmutarse, como si simplemente hubiera dicho que hacía calor ese día. Siempre mirándome fijamente, sopesando mi reacción ante lo que acababa de decirme. Entendí que no solo me estaba evaluando, como yo a él, sino que además estaba ante alguien con una personalidad fuerte y demasiado parecida a la mía, en algunos aspectos, como para saber que sí tomaba su caso, no iba a resultar sencillo, trabajar juntos. Porque, si de algo estaba segura, era de que no era de los que se sientan a esperar que los demás hagan el trabajo, mientras él espera pacientemente. Me pregunté por qué, Ayala, había pensado en mí, para aquel desafío. Si algo sabía sobre él, era que no daba un paso, sin un buen motivo.

-Continúe, por favor.

-Hace tres días empezaron mis vacaciones. Suelo tomarlas en cualquier momento del año, nunca en la misma fecha, siempre es algo sorpresa. Casi nadie, sabe cuándo lo haré, hasta el último momento. Eso no quiere decir que no las haya arreglado y planeado con anticipación. Suelo hacerlo de esta manera, por gusto personal, para tomarlos a todos desprevenidos, por sorpresa, y así evitarme sorpresas desagradables cómo, por ejemplo, que justo, también, alguien se tome vacaciones, en el mismo lugar, donde yo voy a ir. Por eso, tampoco, nadie sabe a dónde me voy, datos de contacto o cuando regresaré. Cuando estoy fuera, llamo cada dos o tres días, a mi familia, no siempre a la misma persona, por si sucede algo y para que sepan que estoy bien. No toco el correo electrónico, apago el teléfono móvil, no entró a mis redes sociales, me desconecto de todo. Simplemente, le hago hacer una revisión a mi auto, algo que no es raro, ya que es algo que realizo periódicamente. Me armo mi propio plan de vacaciones, lugar al que ir, cuantos días, si voy a ir a un solo lugar, cantidad de días, lugar donde me quedaré, nunca hago las reservas o alquilo usando mi nombre, siempre las realizó a nombre de la empresa, como si fuera a ir algún ejecutivo en ese viaje, por algún tema de trabajo.

-Comprendo, es como que quiere desaparecer por un tiempo. ¿Qué paso este año que altero sus planes?

-Déjame contarte, primero, cuáles eran mis planes para este año-. Si esperaba alguna reacción, por mi parte, porque me tuteara, no la obtuvo. Estoy más que acostumbrada a que los clientes me tuteen, y a que con el avance del caso, o de la primera entrevista, el vínculo se vuelva más personal. Los clientes deben confiar en mí, como en una amiga, y contarme cosas, en general, muy personales, y yo debo darles, o tratar de darles, una respuesta a sus problemas. Esas cosas hacen que el vínculo se estreche, que se haga más personal, al menos, por un tiempo.

-Adelante, por favor.

-Hace unos dos meses comencé a planear mis vacaciones. Primero empecé a pensar a donde quería ir. Si a la playa y el mar, a la nieve, a la montaña, a la naturaleza o a la ciudad. Cantidad de días que me tomaría, dónde me iba a hospedar. En mi tiempo libre empecé a investigar en mi computadora distintos lugares. Lo primero que decidí es que no quería hacer un viaje largo, ni andar tomando aviones, ni tener que vérmelas con aeropuertos ni nada parecido. Así que tenía que elegir un lugar al que pudiera llegar en auto. Lo segundo era que quería playa, pero en un lugar tranquilo, algo que en esta época otoñal es bastante fácil de conseguir, pero al mismo tiempo no quería estar muy cerca de la ciudad, ni quedarme en hoteles. Así que con esas ideas en mi mente busqué y encontré el lugar justo. Un lugar de playas tranquilas y conocido también por sus orquídeas y flores. No está lejos de aquí, así que podía llegar en el auto. Su centro es un pueblo de pocos habitantes y tiene casas para alquilar que dan a la playa. Contacté con un agente inmobiliario e hice los arreglos para alquilar una casa, que da a la playa, alejada un par de cuadras del pueblo, por un mes. Desde luego alquilé la casa a nombre de la empresa, supuestamente, iba a ser ocupada por uno de nuestros ejecutivos, nunca dije que quien la ocuparía sería yo. Hice los trámites personalmente usando una mensajería para los temas de papeles. Cuando estuvo todo arreglado, le pedí a mi secretaria que desde el doce, de este mes, hasta el dieciocho del mes que viene, dejara mi agenda despejada, que cancelara o pospusiera cualquier entrevista o actividad que yo tuviera arreglada. Y que por favor, mantuviera en absoluta reserva, que me iba, por poco más de un mes, de vacaciones. Y aunque, le tengo plena confianza, hace muchos años que trabajamos juntos, mantuve mi costumbre de no decirle dónde me iba. Mandé mi auto al taller, para que lo pusieran a punto. El día once trabajé como cada día, cuando ya me iba a casa, me despedí del personal de la oficina como lo hago cada día. No comente nada sobre que al día siguiente me iba de vacaciones, ni siquiera con mi familia, no quería encargos de ningún tipo, sugerencias, invitaciones, ni visitas sorpresas. Al otro día me levanté cinco y media de la mañana. Una hora después, había cargado la valija en el auto y me había puesto en camino. Tomé la ruta. Cuando estaba más o menos, a ochenta kilómetros de llegar al peaje, el auto comenzó a írseme de las manos, hasta ese momento, no había tenido ningún problema. Tuve un accidente, me salí del camino y terminé chocando contra un árbol. Cuando me recuperé del impacto, llamé a emergencias. Por suerte para mí, soy un excelente conductor, no iba a exceso de velocidad, tenía el cinturón de seguridad puesto y se activó el airbag, todo esto junto hizo que, salvo por algunos golpes y cortes, saliera ileso. Cuando llegó la ambulancia me hicieron una revisión, me curaron los cortes, me recetaron unos calmantes y reposo. También me hicieron las pruebas de rigor de alcohol y drogas en sangre. La policía revisó la documentación del auto, tomó fotos del accidente, me hizo mil preguntas, sobre lo que había pasado, y terminó remolcando el auto, para realizarle una revisión. Una vez que todo estuvo resuelto, me acercaron hasta la casa que tengo alquilada. Al día siguiente, arreglé con una agencia, alquilar un auto, para así poder moverme cuando fuera necesario. Fue ese día cuando el detective Ayala se comunicó conmigo y vino a verme. Me dijo que las pericias ya estaban terminadas, que no habían encontrado ni alcohol, ni drogas en mi sangre, algo que yo ya sabía. También me dijo que yo estaba vivo de milagro, porque la manguera del líquido de freno había sido cortada. Se veía que, alguien había tratado de simular que la misma estaba desgastada y que por este motivo se había roto, pero que había sido cortada y que también habían alterado otras partes del automóvil. Buscaron huellas dactilares, o algo que pudiera llevarlos al saboteador, pero no encontraron nada. Fue en ese momento cuando me recomendó que la viniera a ver a usted. Me explicó, que ellos seguirían investigando mi caso, pero que no tenían mucho con que trabajar. No solo porque yo no vivo en la zona, y todos aquellos, que pudieran tener algo que ver con el sabotaje, están a kilómetros de donde se produjo el accidente, sino que además, no encontraron rastros que los pudieran llevar al saboteador. Agregó, que él, no tenía ni la menor duda sobre, que el sabotaje, había sido planeado, con toda la intención, de matarme, y que su instinto le decía, que quien lo hubiera planeado, lo volvería a intentar. Que me gustara, o no, hay alguien que quiere verme muerto, y está lo bastante cerca de mí, como para poder alterar mi coche, sin que nadie se dé cuenta-. A sus palabras siguieron unos momentos de silencio, para que ambos pudieran terminar de procesar la información, que Luciano, acababa de contarle.

-Ahora comprendo por qué cuando llamaste para solicitar esta entrevista no quisiste adelantar el motivo de la misma. Y aunque, estas aquí, las preguntas de rigor, son: ¿qué piensas sobre lo sucedido?, y ¿qué quieres hacer al respecto?- Después de meditarlo unos minutos, Luciano, respondió-.

-Si te soy sincero, aun no sé qué pensar. Vi los informes, vi el coche y lo que le habían hecho. Sufrí el accidente. Y aun así, me cuesta creer que alguien este intentando matarme, me parece algo surrealista. Por otro lado, es mi vida, la que está en juego, y no pienso arriesgarme, por eso estoy aquí. Quiero saber que está pasando y quien está detrás de todo esto.

-Muy bien. Antes de tomar tu caso voy a comentarte cómo trabajamos   nosotras. Empezaré por reunirme con Ayala, ver los informes y averiguar que tienen hasta el momento. De ahí en más, iremos hacia atrás. Investigaremos a todos los que te rodean, tengan algún motivo o crean tenerlo para ir contra vos. Y sobre todo averiguaremos si tuvieron la oportunidad para poder realizar el sabotaje. Esto incluye a todos, empleados, los mecánicos que trabajaron en el auto, amigos, familia, pareja, socios, conocidos, ex empleados, todos. Trabajo con dos socias. Julia, que es especialista en informática, ella se encargará de buscar filtraciones, hackeo, virus en tus sistemas informáticos y de comunicación, por si tienen virus espías. Sé que piensas que tienes el mejor sistema informático, el más seguro e invulnerable, que sos muy cuidadoso con tus contraseñas y sitios a los que ingresas, pero créeme, todos, creemos lo mismo, y cuando descubrimos que somos totalmente vulnerables nos quedamos sorprendidos. Martina, es experta en finanzas y contabilidad, ella meterá sus narices, dónde sea necesario, para averiguar si alguien cercano a vos, ganó de repente, mucho dinero que no se justifica, o si alguien lo perdió. Si vos, o tu empresa, sufrieron de robos hormigas, que no notaran, por lo menos hasta el momento. En síntesis, si el motivo, detrás de todo esto, es el económico. En mí caso, me dedicaré a meterme en tu vida, y de ahí en adelante, en la de todos los que se relacionan contigo, meteré las narices en todo y por todos lados, mientras lo revuelvo todo. También seguiré en contacto con Ayala, para ir viendo si ellos descubren o intuyen algo más, e investigaré cualquier pista que surja a partir del análisis del auto. Resumiendo, te advierto, que en algún momento vos, o alguien cercano a vos, puede sentir que su intimidad ha sido completamente invadida. Lo haremos con cuidado, delicadamente, pero igualmente, en algún momento, va a suceder, y no van a entender el motivo de esto, ya que nadie sabrá quiénes somos, ni por qué lo estamos haciendo, al menos al comienzo. El motivo de esto es porque, quien saboteara tu auto, cree que está a salvo, y esa seguridad, es la que puede lograr, que haga un movimiento en falso, que lo deje al descubierto. Una cosa, es un accidente automovilístico, como el que puede sufrir cualquiera de nosotros, y otra, muy distinta, es que alguien busque que mueras en un accidente. Si lo segundo se supiera, todos se pondrán en alerta, sobre aviso, y pondrán en juego sus propios intereses, enturbiando las aguas y complicando la investigación. Por último, quiero que entiendas algo, nosotras siempre trabajamos con la policía, en casos como éste, igualmente, en este caso, ya está involucrada, eso quiere decir que, cuando sepamos quien saboteo tu auto, quien buscó matarte, toda la investigación quedará en manos de la policía, para que hagan su trabajo, y detengan al culpable. Remarco esto, porque, hoy por hoy, no sabes quién puede ser el responsable del sabotaje, pero cuando lleguemos a la verdad, puedes llegar a descubrir, que esa persona, sea muy cercana y querida para vos, como también todo lo contrario, pero sea como sea, deberá enfrentar las consecuencias de sus actos-. Guardé silencio y dejé que este diera peso a mis palabras. Quería que Luciano pensara en lo que le había dicho tranquilamente. Sabía, que a veces, en un primer momento, uno quería llegar a la verdad, pero no siempre estaba preparado para pagar el precio.

-Comprendo lo que me estás diciendo, y agradezco, que lo hayas hecho, porque entiendo los motivos, por los cuales lo estás haciendo. Solo puedo decirte que sé que ni mis padres, ni mis hermanos, ni mis sobrinos, bueno ellos son muy chiquitos, ninguno está involucrado en esto. Tampoco lo está mí secretaria, Matilde. Pero aun creyendo esto, y por creerlo, estoy dispuesto a correr el riesgo y a cargar con las consecuencias, si estás existieran. Como te dije antes, lo que está en juego es mi vida, y la valoro mucho.

- Perfecto entonces.